Barcelona es el escenario elegido por la UGT para celebrar su 44º Congreso Confederal, en el que será el tercer y último mandato de Pepe Álvarez, si no cambia los estatutos del sindicato -,es un decir. La inauguración este lunes ha contado entre otros con varios ministros, consellers, el presidente de la CEOE, el alcalde de Barcelona y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, cuya presencia ha sido la primera de un representante del PP. Un gesto de “cordialidad” que algunos han aprovechado para lanzarle unas cuantas indirectas, o mejor dicho han ido directamente a meterse con él, pese la deferencia de Feijóo de asistir al acto. Decía Voltaire que “no siempre podemos agradar, pero siempre podemos tratar de ser agradables”.

Las intervenciones, varias, han sido la puesta en escena de las posturas de cada uno de los oradores, ante un auditorio cautivo. Con el interés que había despertado su presencia, Feijóo ha querido expresar que su relación con el mundo sindical no es nueva, sino que su contacto con él ha sido intensa. Incluso en su etapa de funcionario, el entonces secretario general de UGT Galicia, Suso Mosquera, le propuso ir en la lista para una de las elecciones. Oferta que declinó, pero sí lo hizo en un sindicato independiente.

A partir de la historia personal, el líder popular pidió a UGT apoyar su Ley de Conciliación registrada ya en el Congreso, aprovechó la presencia del presidente de la CEOE para que sigan en las mesas de diálogo social. Pero ha seguido pidiendo que en la ley de Conciliación se incluya el aumento de los permisos de paternidad, pero también que se excluya la flexibilidad laboral, propuesta a la que se opone el sindicato y hace caso omiso.

“La ocasión la pintan bastos”, eso debió pensar la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, que con un auditorio pendiente, medios de comunicación presentes, sabía la repercusión de su intervención en el congreso. No perdió ni un minuto de echarle los caballos a su “paisano” Alberto Núñez Feijóo, al pedirle que apoye la reducción de la jornada laboral: “¿Vais a hacer lo mismo que habéis hecho con la reforma laboral?”, ha dicho Díaz, haciendo referencia al voto erróneo del PP que permitió aprobar la medida. Su pregunta, y sobre todo con el rintintin que ha utilizado, ha sido innecesaria. Feijóo era un invitado, no el objeto de sus fobias. Ni era el lugar, ni el momento. Tiene más días y escenario para hacerlo, en Madrid donde los dos se dedican a sus respectivas responsabilidades.

El “artistiña” del Congreso Pepe Álvarez celebraba públicamente que la exvicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, haya sido nombrada vicepresidenta primera de la Comisión Europea y se ha explayado en críticas a quienes no lo valoran: ¿Dónde están los patriotas que no son capaces de reconocer la importancia de que Teresa Ribera sea vicepresidenta? Pues a uno de los principales críticos lo había invitado personalmente Pepe Álvarez, y se lo podía haber preguntado cuando lo invitó. Feijóo no se dio por aludido y con cara de no ir con el tema, siguió escuchándolo impertérrito.

En el repaso a su informe de su gestión, Álvarez la califica de extraordinariamente positiva y ha asegurado que es uno de los “mejores momentos de la historia de UGT”, Se olvidó Pepe Álvarez de otras etapas más duras de la UGT y que sin duda han sido mucho mejor que la suya, como por ejemplo la etapa de Nicolas Redondo en la que, entre otros logros, consiguió la unidad de acción con CCOO  con Marcelino Camacho. Nicolas Redondo, el sindicalista que dijo no a Felipe González y se mantuvo firme por la actitud arrogante del ministro Carlos Solchaga.

Tener memoria y saber reconocer el trabajo de sus antecesores debería aprenderlo el responsable de UGT, porque la soberbia, la prepotencia y la ola al Gobierno no son méritos, sino otra cosa bien distinta.

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