Tres empresarios de una firma frigorífica de Vigo se sentarán en el banquillo de los acusados este jueves, en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra (con sede en la ciudad olívica), acusados de haber estafado más de 2 millones de dólares estadounidenses a una empresa de Portugal, en la venta de una partida de 900 toneladas de bacalao.

Según recoge la Fiscalía en su escrito de acusación, los tres acusados, un padre y sus dos hijos, eran responsables de una empresa frigorífica con sede en Vigo, que se dedicaba, entre otras operaciones, a la compraventa de pescado.

Desde el año 2015 realizaron varias operaciones de venta con una empresa portuguesa, para la que hacían de intermediarios con productores rusos de bacalao. Las negociaciones las llevaba personalmente uno de los hijos acusados y, cuando llegaban a un acuerdo, remitían a la firma lusa una factura proforma que ésta devolvía firmada, antes de que le remitieran la mercancía.

Con el tiempo, el volumen de esas operaciones fue creciendo, y pasó de ventas por 2 millones de euros en 2015 a casi 7 millones en 2018.

A principios de 2019, la empresa frigorífica viguesa atravesaba un momento de dificultad económica, y una entidad bancaria les reclamaba un dinero que no podían pagar.

En el mes de marzo, ofrecieron a esta empresa portuguesa con la que ya habían hecho negocios una partida de 900 toneladas de bacalao por casi 4 millones de euros, que iban a adquirir a un proveedor ruso y que, aseguraban, estaban a punto de recibir en Holanda. Asimismo, aseguraron que podrían enviarla a Portugal ese mismo mes de marzo.

Inicialmente, el comprador portugués expresó sus reticencias, porque no confiaba en que pudieran cumplir un plazo tan ajustado, pero como le interesaba la mercancía, acabaron llegando a un acuerdo. Así, les pagaría el 80 % del importe y el 20 % restante sería satisfecho cuando el bacalao llegara a Portugal, con el compromiso de que sería ese mismo mes de marzo.

Días después, los acusados aseguraron a su comprador que la mayoría de la mercancía ya estaba en Holanda, en 32 contenedores, "a sabiendas de que no era cierto". El 14 de marzo, la empresa portuguesa les transfirió 3,14 millones de dólares estadounidenses y, una vez ingresados en su cuenta, los acusados cambiaron unos 2,7 millones de dólares a euros (algo más de 2,3 millones de euros).

En abril de ese año, parte de la mercancía estaba en Holanda, y el día 24 la empresa viguesa envió a Portugal 125 toneladas de bacalao, por algo más de medio millón de euros. En vista de que el resto del pescado no llegaba, el responsable de la firma lusa convocó a los acusados a una reunión en Aveiro (Portugal) el 30 de mayo, en la que ellos reconocieron que no habíam adquirido la mercancía prometida (y pagada) porque tenían problemas bancarios, pero aseguraron que estaban intentando solucionarlos y estaban dispuestos a reconocer la deuda, en ese momento de 2,6 millones de dólares, y garantizarla personalmente.

Días después, en junio de 2019, la empresa frigorífica remitió a los compradores otra partida de 50 toneladas de bacalao, pero no volvió a enviar más mercancía del pedido ni reintegró el dinero que había cobrado. Tras dar sucesivas largas, los acusados cortaron todo contacto con la empresa portuguesa desde finales de agosto de 2019 y se quedaron con más de 2,3 millones de dólares.

Por estos hechos, la Fiscalía acusa al padre y a sus hijos, además de a la empresa, de un delito de estafa. Para las personas físicas pide 4 años de prisión (para cada uno) y el pago de una multa de 3.000 euros; mientras que para la empresa pide la imposición de una multa de 6.000 euros.

Asimismo, en concepto de responsabilidad civil, reclama que indemnicen a la empresa estafada en 2,3 millones de dólares así como en todos los perjuicios que se acrediten.

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