Santi Comesaña | Foto: Villarreal

 

La carrera de Santi Comesaña ha trazado siempre una línea ascendente. A la velocidad indicada, sin repuntes ni caídas, a un ritmo siempre sostenido y al alza. Ese puede ser el mayor valor del centrocampista gallego, que ni en el campo ni en la vida corre riesgos ni tiene prisa por tomar la decisión adecuada, lo que puede considerarse una virtud en un mundo tan exigente como el del fútbol, donde las velocidades en muchos casos son de vértigo.

 

El vigués explotó muy joven cuando solo era una promesa en un club de la extinta Segunda B como el Coruxo. Lo lógico es llamar la atención de clubes del entorno, pero Comesaña cautivó a los ojeadores del Rayo Vallecano, donde fue ascendiendo posiciones hasta llegar a ser el capitán del cuadro franjirrojo. Siete años en el Rayo y dos ascensos contemplan la trayectoria de un jugador que se ganó el derecho a ser leyenda rayista -noveno futbolista con más presencias con los madrileños- por el que suspiraba media Primera cuando su contrato estaba a punto de expirar.

 

Es en este punto donde apareció el Villarreal y echó el resto por este jugador que ahora, con 27 años, se encuentra en la plenitud de su madurez deportiva. Un año complicado de adaptación como el anterior -con cambios en el banquillo groguet- lo han llevado a asentarse como un futbolista fundamental en el esquema de Marcelino, que ha encontrado en Comesaña su prolongación sobre el terreno de juego. 

 

Hasta ahora, ha participado en los ocho partidos de liga y suma siete titularidades. Solo en la pasada jornada, contra Las Palmas, tuvo algo de descanso, aunque salió al verde cuando restaba un cuarto de hora para el 90 y el marcador reflejaba el empate. El pitido final resume la influencia de Comesaña en el juego: del 1-1 pasamos al 3-1 final para el Villarreal, con asistencia de Comesaña a Baena mediante para cerrar el choque en un duelo en el que el olívico fue el diapasón del juego desde que ingresó al campo. 

 

Precisamente, en ese partido celebró los 300 servicios en el fútbol profesional, cifra que alcanzó unos días antes, el jueves contra el Espanyol. Con el Villarreal tercero en la tabla -cinco victorias, dos empates ante Valencia y Atlético de Madrid y solo una derrota frente el líder, el Barça-, Comesaña vive un gran momento de fútbol, tan bueno como el de su equipo, que vuelve a aspirar a meterse en Champions y ser el picante de la competición doméstica. Bajo la batuta de Comesaña, el submarino puede ser lo que quiera ser, aunque sea despacio, pero con buena letra.

 

 

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