Un trabajador de la construcción protegido con mascarilla en su jornada laboral, durante el día 38 del estado de alarma en el país por la crisis del coronavirus.


 


 

La reducción del número de horas trabajadas por semana ha abierto un debate que ha levantado tanto aplausos como abucheos. Aplausos por parte de los agentes sociales que representan a los y las trabajadoras y abucheos desde el empresariado que ve en peligro el rendimiento de sus empresas vinculado a la productividad y, en ocasiones, a las horas extraordinarias realizadas por el personal contratado. La ministra de Trabajo Yolanda Díaz, ha asegurado que esta medida busca fomentar la calidad de vida de los trabajadores y fomentar un entorno laboral más saludable. Sin embargo, entre las razones esgrimidas por la patronal gallega para oponerse a esta medida es que en vez de “ocurrencias”, tal como dijo en su día el presidente de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) Juan Manuel Vieites, el Gobierno debería apostar por medidas que redujesen el absentismo laboral y mejorar la producción hacia parámetros europeos.


 

EL CAMBIO Y SU PERTINENCIA

El gabinete presidido por Pedro Sánchez tiene en la mira el llegar este año a las 38.5 horas semanales y alcanzar las 37.5 en 2025. La realidad es que ante las reticencias de la patronal (a nivel nacional y autonómico) suponen un gran atraso en la aplicación de esta medida al mismo tiempo que el Congreso y en el Senado el clima político no parece favorecer la celeridad el la aplicación de la reforma, y eso a pesar del apoyo de varios grupos políticos a la coalición de gobierno en ese sentido.

 

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, manifestaba la importancia de reducir el horario de trabajo: “La reducción de la jornada laboral no solo es un paso hacia la modernización de nuestras leyes laborales, sino que también es un reconocimiento a la necesidad de que los trabajadores tengan tiempo para disfrutar de su vida personal y familiar. Es hora de que el trabajo no consuma todo nuestro tiempo”.

 

En ese sentido, Díaz no solo veía beneficios para los y las trabajadoras, también para el empresariado pues la reducción supondría un mayor descanso y una mejora actitudinal frente al trabajo. Esto redundaría en un beneficio de cara a la mejora en la productividad, asegura la ministra. Esa mejora de la productividad es uno de los argumentos de la patronal para recelar de las 37.5 horas semanales.

 

“El empresariado en Galicia está muy vinculado a las contrataciones con la administración pública o a la hostelería y servicios” dice Francisco González Sio, de la CIG. “En cuanto a la producción, debemos tener en cuenta que la mayoría de las empresas gallegas son PYMES y es muy difícil medir su productividad”. Esto lo confirma el informe 'Perspectivas Galicia 2024' donde se señala: "En Galicia hay 241.000 empresas en activo, según el Instituto Galego de Estatística, de ellas 152.500 son personas físicas, es decir el 60% son autónomos. Los ingresos de explotación de las empresas gallegas alcanzan los 110.000 M€, aportando al PIB estatal 26.000 M€”.

 

Ante la “cerrazón” empresarial, José Antonio Gómez, secretario general de UGT Galicia, señala la necesidad de que “el Gobierno gobierne para hacer posibles las 37.5 horas semanales porque hay un acuerdo firmado”. Gómez ve en la posición empresarial una postura encaminada a dilatar los tiempos además de no poner alternativas sobre la mesa. “Los beneficios son múltiples y para todos porque se mejorará la salud física y mental de los trabajadores, se reducirá el absentismo laboral en las empresas” y habrá más oportunidades laborales y por tanto, beneficios a la Seguridad Social. Por su parte, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, declaró en su momento que “luchamos por un modelo de trabajo que priorice la salud y el bienestar de las personas. Esta medida es un paso en la dirección correcta”.


 

¿NUEVOS DESAFÍOS?

“Es fundamental encontrar un equilibrio que no ponga en riesgo la viabilidad de las empresas”, comentaban fuentes de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Si se liga viabilidad empresarial a colocar toda la producción en el mercado y obtener retorno, parece que el actual modelo español no funciona en comparación con la media de la UE. Así se lo recordaban los organismos europeos a España: sobre una base de 100 la productividad española estaba en 97 y descendiendo. "La productividad laboral por hora trabajada continúa por debajo de los niveles prepandémicos, y la diferencia con la media de la UE ha aumentado considerablemente", señalaba la CE en un informe emitido el mes de junio de 2024.
 

“El porcentaje de PYMES en España es elevado y su nivel de producción no se acerca a la media europea, sin embargo, las grandes empresas españolas están igualadas con sus homólogas europeas”, apunta Gómez. Para el secretario general de UGT Galicia los beneficios son obvios: si se reduce la jornada se aumenta el tiempo de ocio y en paralelo el de consumo que redunda en el tejido industrial. Y retomando la idea de que a menos horas más incrementos en la contratación, esta iría dirigida a los huecos horarios abiertos al reducir horas. Aún así, “la contratación para cubrir horas significa pagar menos y continuar con la precarización laboral” dice González Sio.
 

El temor entre los representantes de los trabajadores es que desde la patronal se exijan contrapartidas como una mayor flexibilización de horarios: llevar las horas no trabajadas a los fines de semana o extender la jornada laboral para dejar tres días libres. Hay quién ve en esta solución riesgos para la salud laboral, sobre todo en lo que respecta a los accidentes en el trabajo.

 

Los desafíos estarán en que los horarios permitan contrataciones no precarias, horarios asumibles, mejora en la productividad con trabajadores en buenas condiciones físicas y mentales. Los sectores que se pueden beneficiar más de esta reducción irían desde el manufacturero, la construcción, las empresas de servicios y multiservicios, transporte y enseñanza privada entre otros.

 

Los sindicatos reclaman consenso entre los grupos políticos que apoyan al Gobierno porque ven como el tiempo se les hecha encima a las propuestas de Trabajo. La patronal desea que no se materialice ante lo que consideran un “despropósito” frente a las cuestiones consideradas más importantes: absentismo laboral y productividad.


 


 

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