El miedo a conducir, la amaxofobia, es definido como un miedo irracional y persistente a conducir que puede manifestarse como una leve ansiedad leve o llegar a extremos de pánico severo solo al pensar en tomar el volante de un coche. Este temor se manifiesta físicamente como sudoraciones, temblor, dificultad para respirar, palpitaciones y otros síntomas capaces de inmovilizar a una persona ante el hecho de tener que conducir. Las causas son muy diversas y pueden variar según la persoa que padece este miedo según la Asociación Internacional de Trastornos de Ansiedad. La Asociación Española de Entidades Colaboradoras de la Administración en la Inspección Técnica de Vehículos (AECA) estima que uno de cada cuatro conductores padecen este trastorno. También señala que suele afectar con más frecuencia a las mujeres, con un 87% de casos, frente a un 13% de hombres. Se calcula, además, que las primeras manifestaciones aparecen entre los 34 y 37 años. El nombre de este miedo viene de las palabras griegas “amaxa” (carro) y “fóbos” (temor), miedo a llevar un carro, un coche.
CAUSAS
La psicóloga Marian Casanova, con experiencia en la elaboración de tests psicológicos de conducción, apunta que “estamos ante un trastorno de ansiedad manifestado como un miedo irracional a la conducción”. En ese sentido, cada persona tiene una “historia propia” detrás de ese miedo: desde accidentes que dejan secuelas traumáticas, el ver un accidente de tráfico o incluso “el miedo a causar daño a los demás y a nosotros al conducir nuestro coche”.
Hay personas con predisposición a la ansiedad y ello sería un paso decisivo en padecer este miedo. Por otra parte, se puede dar el caso de personas que en su momento se han visto presionadas a sacarse el carné de conducir sin que mediara el deseo de hacerlo por voluntad propia. En ese caso, la amaxofobia actuaría como un “reto” a la persona o personas que nos “obligaron” a sacar el permiso de conducción. También la falta de confianza en las habilidades de conducción pueden contribuir al desarrollo de este trastorno. “Hay ocasiones en las que, después de muchos años de haber vivido un accidente, de forma espontánea puede aparecer este miedo” señala Casanova.
¿Puede estar la amaxofobia detrás del descenso de personas jóvenes que deciden no sacarse el permiso de conducir? Porque según datos de la DGT en 2019 el porcentaje de personas entre los 18 y 29 años que aprobaron el examen de conducir fue de un 68% frente al 88% del año 2000. Quizá la sobreprotección paterna pueda estar, en parte, detrás de esta decisión al no querer que un hijo sufra algún daño en carretera. La amaxofobia no aparece entre los indicadores de esta bajada de persoas que se examinan para poder conducir, pero sí otros elementos como los precios de los exámenes y pruebas y en general, razones económicas.
IMPACTO Y TRATAMIENTO
Las consecuencias más directas de la amaxofobia es la aparición de limitaciones en la vida de quién la padece. La primera es la dificultad para desplazarse a lugares como es el puesto de trabajo, el colegio donde estudian los hijos, no poder acercarse a un centro comercial y hacer compras. También se puede ver limitada la vida social de la persona afectada y aumentar la sensación de estar aislado con los problemas de salud mental que pueda acarrear.
Por otra parte, la sociedad actual tiene muy interiorizada la posesión de un vehículo a motor como algo “imprescindible”. Esto trae una presión social sobre el individuo que se siente como “obligado” a comprarse un coche. Si una persona ha decidido prescindir del vehículo privado no es extraño que su círculo social lo vea como alguien “raro”. Actitudes así pueden llevar a un sentimiento de frustración para la persona que no tiene coche. Incluso puede sentirse como incapaz o muy limitado a la hora de conducir, desconfiando de sus habilidades.
Sobre si se puede o no superar la amaxofobia, sí que se puede en la mayoría de los casos. “Primero hay que comprender por qué no quiere conducir para después actuar” dice Marian Casanova. Sería tomar conciencia sobre los diversos factores que se han “incrustado” en la mente de la persona y que no le deja manejar un vehículo. Aquí se tratarían de superar las consecuencias mentales y físicas que se desarrollan ante este miedo.
Existen cursos y talleres de conducción creados para abordar este miedo a manejar un vehículo. Aquí se vuelven a dar los pasos de aprendizaje para conducir además de técnicas para hacerlo de forma segura y correcta. Otro método es recurrir a las nuevas tecnologías como la realidad virtual pues permite reproducir diferentes contextos o situaciones en las que se ve envuelta una persona. Cuando se ha adquirido la suficiente confianza se vuelve a la carretera para retomar la conducción real.