El errático rendimiento del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante su primer debate con su rival republicano Donald Trump ha complicado hasta cierto punto lo que hasta esta pasada madrugada era un camino completamente despejado para el mandatario de cara a su nominación final en la convención demócrata de Chicago y los planes de su partido para finiquitarla incluso antes del evento.
Tras la conclusión del debate, numerosos responsables de campañas electorales tanto pasadas como actuales, así como incluso legisladores del partido Demócrata, todos bajo condición de anonimato expresaron su consternación con la falta de claridad de ideas del mandatario y con la facilidad con la que Trump explotó, en su beneficio, las constantes dudas sobre la capacidad de mando del presidente dada su avanzada edad.
Y es que una cosa quedó clara al final del primer debate presidencial de 2024: los demócratas estaban en pánico tras la actuación vacilante de Biden en la noche del debate. Su consternación abarcó los pasillos del Congreso, las ciudades costeras adineradas de los donantes, los bastiones del partido en todo el país y los bares y salas de estar donde los incondicionales demócratas se reunieron para animar a su candidato, según expone Washington Post.
Maria Shriver, ex primera dama de California y miembro de la extensa familia demócrata Kennedy, ofreció un homenaje a Biden en la plataforma de redes sociales X, con un subtexto directo y devastador: no había estado a la altura de las circunstancias.
“Amo a Joe Biden. Sé que es un buen hombre. Sé que tiene un buen corazón. Sé que está dedicado a nuestro país y que está rodeado de buenas personas”, escribió Shriver. “Esta noche fue desgarradora en muchos sentidos. Este es un gran momento político. Hay pánico en el Partido Demócrata. Va a ser una noche larga”.
Después del debate, Claire McCaskill, ex senadora demócrata de Missouri, se hizo eco del sentimiento de Shriver y dijo que si bien el debate mostró que Trump es "un mentiroso, un personaje defectuoso, malo, un idiota, muy desagradable", también tuvo que abordar la "parte difícil y desgarradora" de la noche.
“Tenía una cosa que hacer, que era convencer a Estados Unidos de que estaba a la altura de su edad, y esta noche no lo logró”, dijo McCaskill, y agregó: “No soy la única a la que se le parte el corazón en este momento. Hay mucha gente que vio esto esta noche y se sintió terriblemente mal por Joe Biden”
A tal punto llegó la situación que los consultados dejaron entrever nombres concretos para sustituir a Biden en caso de emergencia, como los del progresista representante saliente por Nueva York Jamaal Bowman, la gobernadora demócrata por Michigan, Gretchen Whitmer, o el gobernador de California, Gavin Newsom. Nadie, sin embargo, ha discutido públicamente semejante posibilidad y, de puertas hacia fuera, han declarado su respaldo sin fisuras al mandatario de cara a la convención que comenzará el 19 de agosto; una ceremonia en la que, con las reglas en la mano, Joe Biden es prácticamente invulnerable salvo que se den un par de circunstancias excepcionales.
¿Cómo podría caer Joe Biden?
La primera es que Biden anuncie su retirada de la carrera electoral y, con ella, la anulación del proceso entero de primarias. Biden ha conseguido durante estos últimos meses unos 3.900 delegados, de sobra para garantizar la nominación al final. Es un proceso personalista -- los votos iban directamente a la figura de Biden -- que carecería de sentido si el presidente decide finalmente abandonar la carrera electoral.
Si esto ocurre, la convención entraría en un modo de emergencia, con la convocatoria inmediata del pleno del Comité Nacional del Partido Demócrata, unos 500 miembros asignados para decidir un nuevo proceso de candidaturas y los 4.000 delegados mencionados pasarían a segundo plano en favor de los llamados superdelegados, unos 700 representantes y altos cargos del partido con mayor peso de votación.
Para que ocurriera este escenario, sin embargo, Biden debería anunciar públicamente que se marcha y, como mínimo, expertos consultados por NBC dan por sentado que el mandatario, para entonces saliente, ejercería una influencia extraordinaria en el proceso para elegir al nuevo candidato, teniendo en cuenta además que el actual presidente del Comité Nacional, Jaime Harrison, es un devoto aliado. El sucesor de Biden no necesariamente tendría que ser la vicepresidenta del país, Kamala Harris, cuyo cargo no le concede ventaja alguna en este escenario de crisis.
La otra posibilidad es que una mayoría de delegados retire a Biden su respaldo, en la apertura de un procedimiento marcado por la incertidumbre total porque las reglas a este respecto solo se aplican en caso de que el candidato muera, o dimita, que quede incapacitado. Nada contempla un rechazo generalizado contra un candidato a la nominación y menos del calibre de Biden.
En este caso el proceso sería parecido al de la retirada voluntaria pero en un escenario todavía más caótico en el que los superdelegados gozarían de más importancia, sobre todo teniendo en cuenta que solo están capacitados para votar si los candidatos sustitutos no consiguen los 3.933 delegados para ganar la nominación en primera votación.
Todo ello ocurre además a contrarreloj. La convención comienza el 19 de agosto, días después de que algunos estados del país den por cerrado el plazo de candidaturas a las presidenciales. Por extraño que parezca, es un tema recurrente que ambos partidos han resuelto históricamente sin ningún tipo de fricciones para facilitar el desarrollo de los comicios e impedir que alguno de los dos candidatos se quede sin participar en algún lugar.
El problema reside en que los republicanos van a celebrar su propia convención el mes que viene, dentro de los plazos electorales, y ahora mismo los demócratas dudan de su buena voluntad para resolver esta cuestión. El caso de Ohio es un ejemplo. La cámara de representantes estatal, de mayoría republicana, no se ha pronunciado sobre la propuesta de ley para extender la fecha límite de las candidaturas más allá del 7 de agosto.