Ni ERC ni Junts pueden pedir más y a cambio lo que hacen es complicarle la vida al presidente, que tanto ha hecho por ellos y por normalizar la situación en Catalunya.

 

Archivo - El líder del PSC, Salvador Illa

Algunas personas recordarán cuando antes, no hace demasiados años, las personas que llegaban a un acuerdo, se estrechaban las manos y no hacía falta firmar ningún documento. La palabra dada era “sagrada”, se cumplía al llegar al acuerdo. Ahora, los acuerdos hay que redactarlos, firmarlos y no siempre se cumplen, pese a estar plasmado en un papel, incluso con algún testigo delante.


Estos días, la tensión política en Catalunya ha ido subiendo de tono después de que este martes, el presidente del Parlament de Catalunya, Josep Rul,l convocara el pleno de la cámara aun sabiendo que no había candidato. De esta manera agotaba los plazos legales y activaba el reloj para unas posibles elecciones.  Lo hacía por orden de su jefe, Carles Puigdemont, que está dando varias vueltas de tuerca al presidente Sánchez para conseguir más de lo que contempla el pacto firmado con los representantes de Junts y del PSOE en dos vertientes que al final confluyen: pacto de investidura y pacto para la aprobación de la ley de Amnistía. Algunos afirman que el segundo estaba ya incluido en el primero, pero Puigdemont siempre quiere más, y eso de las firmas para él no tiene validez y mucho menos el apretón de manos con foto incluida. Decía el humanista francés Gustave Le Bon que “gobernar es pactar, pactar no es ceder”.


A la vista de la opinión pública, para desgracia del gobierno y del PSOE, los cambios de opinión de Junts, “donde dije digo, ahora dicen Diego”, no son más que un abuso, una tomadura de pelo. Es el regateo de los compradores en un bazar turco. Cosa que molesta mucho y se interpreta como un toreo permanente, o lo que es lo mismo, un chantaje. ¿Se pueden permitir este juego tan peligroso? Pues no. La situación, solo acarrea más conflicto con el resto de CCAA que se sienten ninguneadas. Cosa que no están dispuestas a consentir.


Mientras Junts sigue tensando la cuerda, ERC no quiere quedarse atrás, máximo con el problema interno que tienen en su partido. No van a apoyar a Illa para que sea presidente. Se la juegan también en las próximas elecciones que previsiblemente serán en otoño. Illa, el ganador de las últimas elecciones, puede quedarse por segunda vez sin la presidencia de la Generalitat si en estos casi dos meses no alcanza un acuerdo con los republicanos. Con Junts está claro que no, Puigdemont quiere ser presidente y de esa burra no se baja. Decías Mario Benedetti: “Pero, en definitiva, ¿que es de Lo Nuestro? Por ahora, al menos, es una especie de complicidad frente a los otros, un secreto compartido, un pacto unilateral.”


La situación en Catalunya se puede trasladar a la política nacional, donde las cosas también andan revueltas tras la firma del PSOE y el PP para la renovación del CGPJ, firma y documento que ha sentado francamente mal a los partidos que están dando soporte al gobierno de Pedro Sánchez, Se lo han tragado sin quererlo hacer. Según ellos, Sánchez no les ha consultado, no han propuesto nombres de magistrados y el acuerdo puede interpretarse como un aviso para navegantes.

 

Ni ERC ni Junts pueden pedir más y a cambio lo que hacen es complicarle la vida al presidente, que tanto ha hecho por ellos y por normalizar la situación en Catalunya.


Los socialistas han rehecho puentes con el otro partido mayoritario, el PP, y como es lógico, los grandes acuerdos hay que pactarlos, cosa que ha sucedido en esta ocasión, que no será la única.

“Concluimos, pues, que el pacto no puede tener fuerza alguna, sino en razón de la utilidad, y que, suprimida ésta, se suprime ipso facto el pacto y queda sin valor”, decía Spinoza. Pues eso es lo que hay. Seguiremos informando, que se dice.

POWERED BY BIGPRESS