No han pasado ni 24 horas desde que se conocieran los resultados de las elecciones catalanas cuando los efectos han hecho de las suyas. Esta mañana de lunes, el candidato a la presidencia de la Generalitat de Catalunya por ERC, Pere Aragonés, anunciaba en rueda de prensa que no recogería su acta de diputado y que se marchaba de la primera línea política. Una renuncia que le honra, cuando en este país son pocos los que lo hacen. Ha sido coherente al asumir en su persona los malos resultados de su partido.
Aragonés se marcha, pero ha dejado un mensaje: ERC se queda en la oposición. Decisión que deja en una situación complicada al PSC a la hora de formar gobierno. Mientras esto ocurría, el candidato Puigdemont, que los resultados los acepta cuando le son favorables - demócrata de toda la vida- anunciaba que él se presenta a la investidura. Se supone que a recoger el acta también. ¿Qué sucederá si finalmente viene Puigdemont a Catalunya? ¿Será detenido?
El aspirante a la presidencia de la Generalitat, que ahora necesita a los republicanos para que le apoyen, decía que hay que restablecer puentes con ellos. Se olvida que los puentes los rompieron ellos tras salir del gobierno y ponerle todas las piedras en el camino, incluido no dar soporte a los presupuestos que ellos habían elaborado cuando formaban parte del ejecutivo catalán. Le han hecho pasar un calvario a Pere Aragonés y a su gobierno, hasta llevarlos a convocar las elecciones antes de tiempo. ¿Cederá ERC a las pretensiones de Puigdemont? Parece que no, pero en política todo es posible.
En esa huida desesperada para ser investido y no cumplir con las palabras que dijo no hace demasiado tiempo, que si no era presidente se marcharía de la política, ahora se olvida de ellas y amenazaba a Pedro Sánchez con dejar caer su gobierno sino le facilita su investidura, que según él forma parte de los acuerdos pactados entre los dos partidos. Una petición que es posible que no se cumpla, como afirman desde la calle Ferraz.
¿Qué puede pasar ahora? Varias cosas. El PSC va a seguir adelante. Es decir, Illa se presentará a la investidura: ha ganado las elecciones en votos y en escaños y está legitimado. En esta ocasión no puede defraudar a todas las personas que han depositado su confianza en él. Así que, si finalmente ERC no le apoya, a Illa le queda la oportunidad de gobernar en minoría con soportes puntuales de algunos partidos, como está ocurriendo en el Ayuntamiento de Barcelona.
La otra alternativa, que casi nadie quiere, es una nueva convocatoria electoral, que pueda cambiar los resultados a peor para algunos partidos. Así que, con este panorama, unas nuevas elecciones sería una lotería, y no están dispuestos a jugársela. Catalunya necesita ya una estabilidad política, la gente está cansada de todos estos años perdidos por el procés. Lo que toca es que se forme el gobierno y que gobierne realmente para todos los ciudadanos.
Carles Puigdemont debe aceptar los resultados que han dado las urnas. La gente ha votado por un cambio, le guste o no. La actitud de Puigdemont de no aceptar la victoria de Illa: nos recuerda cuando los socialistas ganaron las elecciones a Jordi Pujol, siendo elegido Pascual Maragall como presidente. Marta Ferrusola, la esposa de Pujol, dijo: “Aunque hemos ganado las elecciones, nos han robado el Gobierno” y por si fuera poca sentencia, dijo: “Es como si entran en tu casa y te encuentras los armarios revueltos porque te han robado”, Se entiende perfectamente porque realizaba esa afirmación. Algo parecido le ocurre a Puigdemont que se cree que Catalunya es su finca particular y que solo ellos son merecedores de “controlarla”. Pero eso ha cambiado, por suerte. Alguien dijo que “un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”. Eso le ocurre a Puigdemont.