Por fin ha llegado el único debate a cuatro -Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias- de estas elecciones del 26J. Éste ha tenido lugar en un clima que a priori los cuatro candidatos calificaban de tranquilo y sin sobresaltos, pero casi nadie se lo creía porque si no, no sería un debate. A medida que el encuentro iba avanzando el ambiente se iba calentando y se ha podido comprobar por dónde pueden ir los tiros políticos una vez conocidos los resultados, que no darán la mayoría absoluta a ningún partido o coalición, salvo sorpresas de última hora, que todo puede ser.


Los cuatro candidatos sabían de la importancia de sus palabras, comportamientos, ofertas, gestos y puesta en escena para los millones de personas que pudieran estar viendo la contienda.


Dos cosas claras han quedado tras la confrontación correcta, pero no exenta de tensión. La primera es que Rivera no hará presidente a Mariano Rajoy si el PP gana las elecciones pero no con la mayoría necesaria para gobernar. Los populares habrán de cambiar de candidato, porque el líder de Ciudadanos niega la autoridad moral de Rajoy para gobernar por los casos de corrupción y éste tacha de “inquisidor” a un Rivera muy seguro.


La otra cosa evidente es la falta de sintonía entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El socialista le echaba en cara a Iglesias que no le haya apoyado en las anteriores elecciones para ser presidente y lo ha alineado con el PP. Mientras Iglesias, que se ve ya presidente pero con la necesidad de los votos del PSOE, ha dicho por activa y por pasiva que tiende la mano al PSOE, que cuenta en el gobierno con ellos. Pero seguro que Pedro Sánchez, que parte como perdedor en estas elecciones, habrá pensado que donde las dan las toman. No hay sintonía entre los dos y eso se nota. En el caso de que Podemos necesite los votos socialistas para un hipotético gobierno, está claro que Pedro Sánchez se marchará a su casa para facilitar el pacto, ¡todo es posible!…


Tanto Rivera como Iglesias se han ido creciendo a lo largo del debate, lo han hecho bien. Pedro Sánchez se ha defendido bien atacando a Rajoy e Iglesias por igual, mientras que el peor que lo tenía era el presidente en funciones Mariano Rajoy, fiel a su línea de poner cara de póker, dejar que digan y no ha salido mal parado, como siempre. Él sigue pensando que al final, los que votan son los ciudadanos y con el tiempo que han tenido para hablar de los temas que interesa a la ciudadanía, pocos argumentos nuevos han aportado todos los candidatos. Es evidente que, los que no han gobernando nunca como partido, caso de Ciudadanos y Podemos, tienen siempre las de ganar porque criticar es muy fácil y además la juventud de los dos es una inyección de ilusión para los electores.


Pero si hay que elegir ganador, mejor ganadores, estos han sido: Albert Rivera por su enfrentamiento con Rajoy por la corrupción; y Pablo Iglesias que sabe como nadie interpretar el descontento de los ciudadanos.


Los dos partidos “tradicionales”, PP y PSOE, les han pesado las “mochilas” correspondientes, el desgaste propio de gobernar al PP y al PSOE, Sánchez está pagando muchas cosas de las que no tiene culpa. Igual a lo largo de la campaña consigue convencer a los indecisos y recupera votos que se marcharon… Eso sí, a los cuatro candidatos, más preocupados por como quedaban en pantalla, les ha faltado explicar mejor y con más pasión sus ofertas electorales. 

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