El aragonés Carlos Vicente era en su edad juvenil una de las perlas de la cantera del Real Zaragoza, pero su camino hasta la élite no fue sencillo. En pandemia se marchó al Gimnàstic de Tarragona a hacerse un hombre, pero allí no encontró un hueco que sí le brindó la SD Ejea, aunque eso supusiese dar un pasito atrás. Solo fue para coger impulso y dar el salto al Calahorra, donde ya sí rayó a gran nivel y llamó la atención de un proyecto ambicioso como el del Racing de Ferrol, donde el mañico pelirrojo se ha hecho amo y señor del ataque de los departamentales.
Fue en el Racing donde sí se vio a ese futbolista que asomaba en la cantera del Zaragoza, con el gol entre ceja y ceja, aguerrido y con pulmón para aguantar 90 minutos y los que le eche Parralo. No se perdió ni un solo encuentro el curso pasado y siempre actuó como titular. Solo en una ocasión su presencia en el verde duró menos de una hora. Infatigable, sus ocho goles, pero sobre todo su docena de asistencias -con dos de ellas memorables ante el Celta B para atar el ascenso-, fueron la carta de presentación de un muchacho destinado a permanecer en el profesionalismo.
Ahora, con el salto a Segunda División, el 'Peli' suma y sigue. En su primer año en la división de plata suma ya dos pases de gol y dos tantos, el último para derrotar ayer al Amorebieta, el equipo que privó al Racing del campeonato de la Primera RFEF la temporada pasada. También de sus botas nació el tanto que hizo sucumbir a su Real Zaragoza, que solo ha perdido como visitante en A Malata.
Sus registros son, una vez más, una constatación de que Vicente es un portento: nueve partidos, nueve titularidades. No ha perdido protagonismo con el pase a Segunda y el gen competitivo lo lleva a pedir más y más. En Ferrol quieren seguir viendo como galopa por la derecha y cantar sus goles. Ya lleva medio centenar de duelos con la casaca racinguista. ¿Vamos a por 50 más? Este los resiste del tirón.