La tarde noche del pasado 14 de julio de 2022, hace ahora casi un año, se vivió una jornada en Galicia con más de 6.000 rayoes, en el marcon de un fenómeno meteorológico conocido como sistema convectivo de mesoscala. Estos rayos provocaron más de medio centenar de incendios, entre los que se incluyen los dos mayores desde que hay registros en la comunidad: en de O Courel, con 11.800 hectáreas calcinadas, y el de Valdeorras, con 10.500.

 

Un año después de estos fuegos, alcaldes de los municipios afectados han explicado que algunos de los problemas a los que se enfrentan en la actualidad son caminos destrozados, arrastres de tierras por las tormentas, turbidez del agua, casas quemadas sin rehabilitar y la necesidade de la reordenación del territorio para evitar nuevos fuegos.

 

"Lamentablemente, las consecuencias de los incendios del año pasado empezamos a verlas ahora mismo", se queja el alcalde del municipio lucense de A Pobra do Brollón, José Luis Maceda, quien ha explicado que tienen "las carreteras absolutamente destrozadas por la saca de madera", que hay que hacer "de forma urgente para que no pierda valor". A esto se une que, cuando se produce una rotmenta, hay un arrastre de tierras "porque el suelo no está consolidado". Esto se traduce en que "estamos prácticamente incomunicados", se queja el regidor.

 

Hay además arrastres de tierras que terminan en el río Loureiro, en el que se realizan captaciones, lo que da lugar a "problemas importantes de turbidez del agua", que afectan "a la mayor parte del municipio".

 

La parroquia de Alixo, en el municipio ourensano de O Barco, fue una de las 'zonas cero' de los fuegos de julio de 2022, con una quincena de casas arrasadas. El alcalde, Alfredo García, relata que "algunos han presentado proyectos para rehabilitar", pero "otros todavía no". "Las ayudas que recibieron no les obliga a rehabilitar las casas, por lo que nos tememos que queden muchas sin rehabilitar", indica.

 

Se han vivido también complicaciones por numerosos arrastres de tierras en O Barco por la ausencia de vegetación. Los caminos se arreglaron con motoniveladoras tras los fuegos, pero volvieron a quedar en mal estado por las lluvias de diciembre y enero, además de que las precipitaciones torrenciales de junio vuelven a dejar en "malas condiciones" el terreno, lo que obliga a nuevas reparaciones.

De cara a acciones de futuro con las que evitar que tragedias como estas vuelvan a pasar, el alcalde de O Barco censura que "no se ha hecho nada" por parte del Gobierno gallego para la reordenación de espacios y plantaciones. "La Xunta se comprometió a hacer estudio y a presentarlo a los alcaldes, comunidades de montes y propietarios de terreno sobre qué se iba a plantar en cada zona de territorio", sobre el cual sabe que "se está haciendo", aunque no se ha presentado y "no se ha empezado" con las acciones.

Alfredo García valora que "va a ser un proyecto grande" para reordenar el territorio de forma que "la propia producción del terreno evite que los fuegos se propaguen", aunque agrega: "Yo creo que un año después estas cosas deberíamos tenerlas agilizadas, saber hacia dónde vamos a tirar".
 

BROTES VERDES

Por su parte, la alcaldesa del municipio lucense de Folgoso do Courel, Lola Castro, relata que se produjeron arrastres por las lluvias en los montes, que no llegaron a afectar a las aldeas, lo que ha obligado a "volver a arreglar pistas que ya estaban arregladas por ese motivo". No obstante, pone el foco en que "se va recuperando poco a poco el verde" un año después. "Ver este paisaje después de un año es totalmente diferente, menos mal", subraya.

 

Ha reconocido asimismo que "queda mucho por hacer", pero "se van dando pasitos para ir recuperando la normalidad por completo". Lola Castro pone en valor varios proyectos previos para la recuperación de sotos, el primero que se va a hacer en Vilar., impulsado por la Consellería do Medio Rural, "que fue la aldea más afectada que se quemó por completo todo". "Esperemos que después vengan otros como Froxán o Sobredo, que quedaron bastante afectados", agrega.

La regidora recuerda que los técnicos ya contaron en un primer momento que los suelos no estaban "superafectados" a pesar "de lo negro que quedó". "En tan poco tiempo se ve verde, volvieron a nacer 'xestas' y uces", más allá del panorama de pinos quemados.

Acerca de esos brotes verdes, el alcalde de A Pobra do Brollón observa que "la recuperación del monte es rápida". "El incendio fue una barbaridad y vamos a tardar muchos años en volver a la normalidad", aclara.

Maceda reflexiona acerca de que el "incendio es el más importante de Galicia" y "no es fácil volver a revertir la situación en dos días". Cree que es necesario "agilizar la reforestación, planificando adecuadamente para que no se vuelva a producir con especies menos pirófitas". "Lamentablemente, ya casi no queda nada que arder", apostilla.

En esta línea, el regidor de O Barco recuerda que "ya en el mes de agosto había zonas de mucho helecho que había brotado, sobre todo el matorral", "aunque el paisaje ya no es como hace un año, todavía se siguen notando los efectos del suelo".
 

PIROCÚMULOS

En un año 2022 en el que ardieron 51.643 hectáreas, destacan las 35.000 que sumaron los cinco grandes fuegos desatados entre el 14 y 18 de julio de ese año. Fueron días marcados por las tormentas secas con 140 fuegos, 52 de ellos originados en un intervalo de cuatro horas: entre las 20:00 y la medianoche del 14 de julio —se alcanzaron los 44 grados en Ourense—.

La simultaneidad de fuegos y su virulencia provocó una situación que "tensionó extraordinariamente al dispositivo", con gran cantidad de biomasa y una dispersión de aldeas con afectación en interfaz urbano-forestal, tal y como reconoció el conselleiro do Medio Rural, José González, en su comparecencia en el Parlamento para dar cuenta de la campaña.

Y es que esos fuegos provocaron hasta 10 situaciones 2 —por amenazas a casas— entre el 15 y el 19 de julio en cinco municipios: Folgoso, A Pobra do Brollón, Palas de Rei, Carballeda y Oímbra.

Los desalojos llegaron principalmente en la tarde del domingo 17 de julio debido a los fuertes vientos y una situación de pirocúmulos, lo que el investigador Juan Picos define como los incendios creando su propia meteorología, ya que se producen nubes convectivas de rayos y tormentas, así como focos secundarios de incendios con un sentido errático.
 

EL FUEGO DE O COUREL EN CIFRAS

El macroincendio de O Courel llegó a juntar cinco fuegos, dos de Vilamor, uno en Seceda (municipio de Folgoso) y dos más en Saa (A Pobra do Brollón). El fuego llegó a tener 330 kilómetros de perímetro que se tardarían más de dos horas en recorrer.

Casi de forma simultánea a O Courel comenzaba un incendio en Valdeorras que afectaría a tres municipios, Carballeda, O Barco y Rubiá, y que arrasó 10.500 hectáreas. En esta comarca ourensana se desalojaron a unas 500 personas en una veintena de aldeas.

El fuego de O Courel registró las mayores tasas de avance de incendios en la historia de Galicia —con 40 metros por minuto— y también de consumo —15 hectáreas quemadas por minuto—, según explicaba recientemente en un encuentro con los medios del director técnico de la extinción, Xabier Bruña. Resaltaba que se produjeron cosas nunca vistas en la comunidad como explosiones de ladera en Eiriz.

El incendio de O Courel se tradujo unas 11.800 hectáreas quemadas, el 80% de ellas en Red Natura. Hubo 73 núcleos evacuados con 1.150 personas desplazadas. Ardieron ocho casas. Comenzó el 14 de julio y no se dio por extinguido hasta dos semanas después, el 28 de julio. Hubo más de un millar de personas trabajando.

Finalmente, el mayor incendio en la historia de Galicia supuso 37 millones de euros en pérdidas directas y 2,7 millones en gastos de extinción.

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