Hay que ver las promesas que se llegan a realizar en campaña electoral que luego no se suelen cumplir: que no pactaré con este partido o con el otro. Que me voy de la política si no salgo elegido alcalde y una larga lista de cosas que no se llegan a cumplir. Pero parece que en este país la ciudadanía tiene unas tragaderas más grandes que el mítico río Nilo.

 

Urnas preparadas en un colegio electoral @ep

 

Estos días - en elecciones anteriores había sucedido lo mismo- de acuerdos para poder gobernar, con las cosas que estamos oyendo, viendo o leyendo, es para tirarse de los pelos, sin arrancar ninguno de ellos. Expliquemos los acontecimientos. En la campaña electoral el PP decía que no pactaría con Vox, que dejaría gobernar la lista más votada y ahora resulta que eso “era una broma”, o que quizás no lo habíamos entendido bien, o puede que sea “donde dije digo ahora digo Diego”. En Catalunya, uno de los ejemplos más clamorosos se está viviendo estos días en Barcelona. El PSC puso a caldo a la alcaldesa Colau - eso que había gobernado con ella- y llegó a afirmar su candidato, Jaume Collboni, dos cosas: que no iba a gobernar con ella y que, si no era alcalde, se marcharía. Es decir, que dejaría su acta de concejal. 

 

Trías afirmó por activa y pasiva que no pactaría con Colau por su mala gestión - se hablaba de un pacto con los socialistas-. Eso lo está cumpliendo y el acuerdo con ERC está hecho. Maragall tiene sentenciado al PSC por unas cuantas razones, personales y políticas.

 

El PP, por su parte, no piensa votar a un “independentista”, como califica a Trías. Podría votar la candidatura de los socialistas y Comunes si Colau no está en el gobierno municipal, es decir, si deja su acta, cosa que por el momento no piensa hacer. Quedan todavía algunas horas para que se constituyan los nuevos ayuntamientos y quien crea en los milagros, puede que esto suceda, que Colau se marche a su casa y Trías se quede compuesto y sin alcaldía si finalmente los comunes entran el gobierno con los socialistas y el PP los apoya. ¿Puede ser? Si se cree en los milagros, sí. Pero hay que ser optimista, la renuncia de Jaume Asens a ir en las listas de los comunes del 23 de julio y  su marcha de la política es sorprendente ¿Será que le está enseñando la puerta a Ada Colau? No se puede descartar.

 

Las cuentas son las que son, los números son realistas y la política, en tantas ocasiones, surrealista. Así que este sábado puede pasar casi de todo en el ayuntamiento de Barcelona.

 

Otro pacto es el realizado en el ayuntamiento de Girona, donde a pesar de haber ganado el PSC, el alcalde será Lluc Salellas de la CUP tras el acuerdo alcanzado con ERC y Junts, que formarán parte del gobierno: Gemma Geis de Junts será vicealcaldesa y Quim Ayats de ERC segundo teniente de alcalde. Es la primera vez que los cupaires ocupen una alcaldía de una gran ciudad como es Girona, Casi nadie lo entiende, pero es lo que hay: la escenificación del independentismo.

 

En estos pactos la geometría variable es la aplicación de algunos partidos para disimular que eso de dejar gobernar al partido más votado sigue siendo un cuento - ¿chino?- para despistar al personal.  Decía el escritor Ken Follett que "no puedes mantener una promesa solo cuando te va bien. Hay que mantenerla aunque no te apetezca. Ese es su significado". 

 

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