Récord histórico (mayo 2023) en España, y en Galicia, de trabajadores ocupados
con el nivel de desempleo mas bajo desde 2008.
No comparto muchos de los análisis que se están haciendo sobre las razones de los resultados habidos en las pasadas elecciones municipales y autonómicas en las que las izquierdas gobernantes en España (PSOE/UP) recibieron un duro, y en mi opinión inmerecido, castigo.
Cuando la ciudadanía apoya con sus votos, y de forma tan mayoritaria, a organizaciones políticas (PP, VOX...) que defienden y practican la corrupción, el totalitarismo, la desigualdad, la violencia de género, la visión mas retrógrada del catolicismo. Cuando además lo hacen en contra de organizaciones políticas (PSOE, UP...) que defienden la libertad, la igualdad y la fraternidad entre ciudadanos y pueblos. Cuando esto sucede es evidente que estamos delante de una crisis ética y moral.
Cuando un porcentaje muy elevado de las clases trabajadoras le dan la espalda al gobierno español que en democracia más se preocupó por ellas. El gobierno que mas medidas ha aprobado (reforma laboral, subidas del SMI y de las pensiones, ingreso mínimo vital, tope de alquileres, impuesto a las grandes fortunas, tope a los precios de los combustibles, derogación del despido por baja médica, violencia de género, ayudas para las personas dependientes y para las familias, ley de vivienda...) en beneficio de las clases y sectores más desfavorecidos parece evidente que algo falló en la gestión gubernamental. Algo tan importante como el relato. He ahí el gran fallo de estos partidos: no haber dado la batalla ideológica, la batalla por el relato, porque no es que la perdiesen, sino que realmente no la dieron. No dieron la batalla en un momento en el que resulta evidente que en España, como prácticamente en toda Europa, hay una crisis ética y moral que está favoreciendo el auge de las derechas extremas.
Una crisis ética y moral que alimentan muchos medios de comunicación y opinión privados (televisiones, radios, prensa escrita, redes sociales...) difundiendo continuamente trolas (fake news) tanto sobre este gobierno español como sobre sus miembros y familiares. Trolas que son auténticas mentiras perfectamente conocidas pero que buscan, y con frecuencia lo consiguen, engañar a la ciudadanía dando una visión muy negativa a la par que pesimista de la situación que no se corresponde con la realidad: no por casualidad España está sorteando la crisis mejor que muchos otros estados europeos. Una actuación que pone en evidencia como esos medios defienden intereses corporativos a la par que desprecian los generales.
En este escenario mediático seguramente que este gobierno falló en la explicación (en el relato) de que las medidas progresistas que aprobó y puso en marcha no solo benefician a sectores concretos sino al conjunto del estado: por caso, las subidas del SMI no benefician solo a los trabajadores con peores salarios, sino también a toda la sociedad, ya que fortalecen la demanda colaborando así al crecimiento económico y la creación de empleo como se está viendo. Falló también en la explicación (en el relato) de que las medidas que defienden las derechas (“destruir todo lo construido”) van exclusivamente en beneficio de un sector muy minoritario, pero en perjuicio de la inmensa mayoría y, por tanto, del conjunto de los pueblos de España, pues fomentan la desigualdad y los desequilibrios territoriales, frenan la creación de empleo, destruyen el bienestar y provocan recurrentes crisis como nos enseñan las experiencias de las últimas décadas.
He ahí el mayor fallo de estas izquierdas: olvidarse de la batalla ideológica. En este escenario la solución no pasa ni por hacerse el harakiri ni por inventar nuevos líderes (que en caso alguno de nuevos no tienen nada) sino por la defensa de las ideas y las políticas propias, por el reconocimiento de los errores cometidos y por una mayor valentía política. La solución pasa por un más fluido y regular diálogo con la ciudadanía y por la movilización social: hay que hacer política también fuera de las instituciones y de los partidos políticos.
Un diálogo y una movilización que sean quienes de convencer a la sociedad civil de que la izquierda plural (ideológica y territorialmente) junto a sus aliados políticos y sociales son, como nos enseña la historia, quienes mejor defienden los intereses individuales y colectivos de los pueblos de España frente a los totalitaristas (PP/VOX): antes, ahora y en el futuro.
La hegemonía política tiene que ser también una hegemonía social e ideológica.