El Día das Letras Galegas es una celebración anual que tiene lugar el 17 de mayo para  dedica a homenajear a una figura destacada de la literatura gallega. Fue instaurado en 1963 por la Real Academia Galega (RAG) con el fin de promover la cultura y la lengua gallegas. Este año el homeneajeado es un editor y escritor vigués clave para entender la supervivencia de la industria cultural en gallego.

 

Archivo - Cartel Día das Letras Galegas 1963

Francisco Fernández del Riego (Lourenzá Lugo, 7 de enero de 1913 – Vigo, 26 de noviembre de 2010) fue un destacado escritor, intelectual y político español que dedicó gran parte de su vida a promover la cultura gallega. Desde la década de 1930, trabajó incansablemente en este campo, convirtiéndose en una de las personalidades más influyentes en la vida cultural de Galicia durante varias generaciones.

 

Fernández del Riego también se destacó como ensayista y narrador, con una obra extensa centrada principalmente en la cultura y la literatura gallega. Ahora bien, se le recuerda sobre todo como editor, al ser cofundador de Galaxia -que sigue siendo una de las editoriales más importantes del país- y de la revista Grial. 
 

El intelectual donó su colección de libros a la ciudad de Vigo en 1995, lo que dio lugar a la creación de la Biblioteca-Museo Francisco Fernández del Riego. Hasta su fallecimiento en 2010, Fernández del Riego también ocupó el cargo de director de la Biblioteca de la Fundación Penzol en Vigo

 

Francisco Fernández del Riego


"Fernández del Riego, además de erudito, era también un activista de la cultura galega en el mejor sentido de la palabra y, por tanto, si hay alguien que merece ser protagonista del Día das Letras Galegas es él", afirma el filólogo y ex presidente de la Real Academia Galega, Xesús Alonso Montero, sobre el homenajeado de este 17 de mayo.

"Si estuviese ahora en alguna parte, estaría 'aturuxando', cantando", apostilla el que fue amigo personal de Del Riego en una entrevista a Europa Press.

Coincide la periodista y escritora Rosa Aneiros, que también disfrutó de una estrecha relación con el homenajeado. "Estaría feliz porque le encantaba ser querido, estar rodeado de gente. Sobre todo, creo que se emocionaría con todo lo que se hace en los colegios".

Tanto Alonso Montero (1928) como Aneiros (1976), pese a la diferencia generacional y de ejercicio cultural, encontraron en Del Riego una fuente de inspiración y un nexo que ejerció de puente entre generaciones, "un puente que él no dejaba de recorrer".

"No estaba del otro lado diciéndote 'ya hice lo que tenía que hacer', no. 'Estoy en medio de ese puente contigo. Vamos los dos juntos hacia delante porque yo formo parte, mientras viva, de esto", apostilla Aneiros, que no deja de insistir en la "ilusión y optimismo de Del Riego por el futuro".

"Tenía muchísimo respeto por los jóvenes y por sus proyectos. Yo creo que por eso se hizo querer tanto. Veíamos a alguien que concentraba todo nuestro pasado pero también con unas tremendas ganas de vivir, con optimismo. Y eso era lo más bonito de él", continúa.

GALAXIA Y LA CENSURA
A un hombre "humilde y nada pretencioso", pese a la erudición que le rodeaba y pese a haber formado parte de los grandes hitos de la cultura gallega. Eso encontró Aneiros cuando en 2007 trató a Del Riego tras ganar el premio periodístico homónimo concedido por Afundación y que, años antes, a principios de los 50, encontró durante unas vacaciones también Xesús Alonso Montero, por aquel entonces estudiante de Filología en la Universidad de Madrid.

"Compartí muchas tertulias con Del Riego. De aquella generación, era el contertulio idóneo, más ameno y más atractivo porque era un hombre al que le gustaba la buena mesa, al que le gustaba hablar de lo que fuese, de fútbol incluso (era socio del Celta-); cosas en las que otros intelectuales, digamos más puros, no entraban".

 

Archivo - El intelectual Francisco Fernández del Riego, a quien se dedica este 2023 el Día das Letras Galegas.



"Recuerdo en Trasalba, después de comer, Del Riego siempre cantaba una canción que se hizo clásica, 'A miña burriña'. Nunca le oí cantar una canción a Ramñón Piñeiro ni a Xaime Isla", comenta.

Junto a estos últimos, Fernández del Riego fundó, en 1950, Galaxia, la editorial que puso los cimientos de la "recuperación cultural de Galicia en la posguerra".

"Recuerdo ver a Del Riego haciendo paquetes con los libros impresos, que luego al día siguiente él mismo llevaba a las librerías. Muchas no los exponían en sus escaparates, ya no porque tuviesen una actitud, digamos, fascista, sino porque entendían que un libro en gallego no tenía interés", apunta Montero.

Rememora que gracias a Del Riego y su trabajo, el que fue presidente de la Real Academia Galega, leyó por primera vez poemas de Otero Pedrayo o de Florencio Delgado Gurriarán y Luis Seoane, exiliados, "que hacían un tipo de poesía social que no estaba permitida en España". "Para que esas antologías se publicasen en España, con la censura que había en Madrid, había que andar con cuidado", apunta.

Algo similar ocurrió con una de las obras cumbres de la Galicia de posguerra, 'Longa Noite de Pedra', de Celso Emilio Ferreiro, con la que Fernández del Riego ejerció un papel similar a lo que hoy se entendería como editor.

Relata el sociolingüista que Del Riego, junto a Emilio Álvarez Blázquez, convenció a Ferreiro para recoger algunos poemas que el de Celanova tenía dispersos e incluso inéditos.

"A veces, aun considerando alguno interesante, no lo escogían porque era un poema políticamente incorrecto para la censura de esa época. El criterio de Del Riego valía incluso más que el de Celso Emilio, que era el autor. Del Riego tenía otra distancia, otra objetividad para discernir que poemas pasarían la censura. Y realmente fue una obra que nos asombró a todos, que ciertos poemas los permitiese la censura... ¡Cómo serían los poemas que eliminó el propio Del Riego!", explica el filólogo.

Algo más de una década después de su primera edición, en 1973, el poemario del autor celanovés llegó a las manos de la escritora Marilar Aleixandre (por aquel entonces todavía en su Madrid natal) gracias a unos amigos de Vigo.

Meses después, Aleixandre llegaría a Galicia para tomar posesión de su plaza como profesora y "tendría la suerte de caer en una familia" --la de su compañero-- que hablaba en gallego y "hacer una inmersión total". Como docente viviría algunas de las Letras Galegas más especiales. Rosa Aneiros también recuerda con cariño las celebraciones escolares, "día de fiesta, de preparar festivales, de alegría".

 

Francisco Fernández del Riego con Carlos Casares 



LETRAS GALEGAS, "EL INVENTO MÁS EFICAZ"
En esta ocasión, coinciden los entrevistados, con el homenaje a Del Riego, creador de la efeméride, "no es solo el año Del Riego, también lo es un poco el de las Letras Galegas en sí" --que cumplen además 60 años--. "Nunca se inventó algo que fuese tan eficaz, tan fructífero para la causa de la cultura gallega", afirma Xesús Alonso Montero que, habiendo sido testigo de todas y cada una de las ediciones, considera que el impacto no ha dejado de crecer.

"Ahora es día santo, como decimos en la aldea. La gente se da cuenta de que en un país existe, además del Apóstol o de San Roque, un santo que está por encima de todo eso. Qué bonito en la historia de un país que de los 365 días del año uno se deje de trabajar para celebrar la identidad y la cultura propias", aplaude.

La festividad vive una de sus mejores épocas, concuerdan, como lo hace la producción cultural en gallego en todos los ámbitos, situando a Galicia "en la vanguardia" y sin nada que "envidiar" a otras naciones de referencia. El problema, apuntan, llega a la hora de penetrar en el mercado. "La situación de la lengua no ayuda", comenta Aneiros.

"SEDUCIR Y CONVENCER" PARA ATRAER HABLANTES
"A veces la gente se sorprende de que escriba en gallego. Sin embargo, también escribo en inglés y de eso nadie lo hace", bromea Aleixandre. "Ahora mismo podemos decir que prácticamente toda la población es competente en castellano y gallego. Otra cosa es que se hable como primera lengua y que se transmita. Sigue habiendo una representación social de que el gallego es menos útil. Y eso es muy difícil de cambiar", reflexiona.

También en esta línea se expresa Alonso Montero cuando asegura que "el idioma solo va a tener futuro si las clases altas, instruidas y acomodadas lo hacen suyo de forma natural".

Aneiros tampoco ve una solución "fácil", dado que no es tanto "un problema de competencia; es más una cuestión de autoestima". "Muy poca gente se pronuncia contra el gallego. Todo el mundo lo respeta, lo defiende como lengua propia, pero la gente no da el paso de hablarlo. Y para darlo no sirve de nada el derrotismo", argumenta.

 

Francisco Fernández del Riego



Se confiesa "harta" de ese tipo de discursos que ponen la responsabilidad de salvar una lengua "en los hombros de los más jóvenes". "No es una responsabilidad individual, sino colectiva, y debe ser una responsabilidad alegre", defiende.

Las dos escritoras abogan por "seducir", por "convencer" a la gente de que el gallego "es un tesoro, que es una fortuna tener dos lenguas".

Para Aneiros, "al final tener una lengua es nombrar el mundo de una manera distinta y poseer ese mundo diferente. Y eso es una riqueza incomparable, no hay nada igual a eso".

 

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