‘Camellos’ dice en uno de sus temas: “Mi amigo es, / es mi jefe / Y mi jefe, / mi jefe es mi padre / Y mi padre, / mi padre es mi madre”. Es una frase compleja y sin mucho o ningún sentido, pero menos obtusa que la realidad. La realidad que sacudió España hace unas semanas cuando las fotos de Ana Obregón saliendo de un hospital en silla de ruedas con un bebé en brazos coparon los telediarios del país. La novia de España había sido ¿madre? cuando su DNI marca que frisa los 70, una edad ideal para viajar a Miami con el Inserso, pero no tanto para comprar un chiquillo, que es lo que ha hecho la actriz, bióloga y marmota Phil española, encargada de anunciar la llegada del verano cada año posado en bikini mediante.
Pues volviendo a ‘Camellos’, el tema ahora sería así: “Mi hija es mi nieta / y yo soy su madre, / madre y abuela / Y su padre / lleva tres años muerto / y su madre / la encontré en Wallapop”. La letra es más rebuscada, y más jodida de cantar, pero más realista. Porque la “hija” de Ana Obregón -a efectos legales así será reconocida- fue la “última voluntad” de su hijo Aless, fallecido en 2020 tras una larga lucha contra el cáncer.
Esa “última voluntad” -un último deseo, no una necesidad imperiosa, no una obligación, no un derecho amparado por la Constitución y la Carta de Derechos Humanos de la ONU- fue la de, usando su esperma congelado -a los pacientes que reciben quimioterapia se les recomienda congelar esperama u óvulos- , diseminar su material genético por el mundo. Donde fuera. A quien fuera. ¿O sería ya la candidata escogida hace tres años, después de un minucioso proceso de scouting y selección, como en el draft de la NBA? Pero no a alguien que quisiera tener un hijo y, por infertilidad de su pareja o por otra casuística, necesitase de un donante. Más bien alguien necesitado de dinero y que se viese empujada a donar su cuerpo para ser un matraz capaz de engendrar una vida que, más tarde, dejaría de pertenecerle a ojos del gobierno de turno, sustituyendo ese bebé recién nacido por un maletín de cuero o, en el peor de los casos, ni maletín, solo un sms informando de que el bizum ha sido realizado en tiempo en forma.
En España eso no puede hacerse, por eso la Obregón recurrió al liberalismo y capitalismo caníbal de Estados Unidos, donde una vida vale tanto como uno esté dispuesto a pagarla. Donde hay mujeres vulnerables, sin seguro médico, forzadas a vender su útero para, tal vez, llevar un plato a la mesa de sus otros hijos. ¿Cuánto le habrá costado a Ana su bebé? ¿Le habrá llegado con lo que pagó ¡Hola! por la exclusiva? Tal vez incluso le haya reportado beneficios. Es posible que el negocio haya salido tan redondo que repita la jugada si se ve en apuros económicos o si a su ego le rugen las tripas con hambre de portadas. “Estoy pensando en darle un hermanito”, anunció.
Ana va a por la parejita, si bien es probable que lo que prefiriese es directamente un clon de Aless. ¿Y por qué no? ¡Será por pobres! ¡Los hay a patadas! ¿Qué tal un chiquillo rubio y de ojos azules? En Ucrania parece un negocio de lo más lucrativo. Si no, si quiere, qué sé yo, un bebé con madera de futbolista, en las favelas de Brasil hay mujeres con ADN óptimo para fecundar buenos peloteros. Pero si lo que le apetece es algo más exótico, ¿por qué no llamar a la puerta de alguien de Mogadiscio o Bombay? Seguro que además lo ve como una buena obra. ¿Desgravará en la Declaración de la Renta esta clase de altruismo? Porque no conozco a nadie que viaje al Barrio de Salamanca o a Beverly Hills a conocer a la persona que va a hacer de “subrogada”. Es un oficio más propio de las calles de Bangkok que de las avenidas de París.
Todo parece indicar que esa mujer, rota por el dolor de perder a un hijo, un dolor que solo pueden comprender aquellos a los que la suerte les ha dado la espalda y arrebatado al fruto de sus entrañas, se está refugiando en los procedimientos más inmorales para poder mantener con vida el último hilo que lo separa de su Aless. No puedo más que tratar de comprender a esa persona que se aferra y se resiste a dejar partir a un ser querido, que no por fallecido deja de ser amado, recordado y admirado por su lucha y logros. Sin embargo, tal vez necesite de comprensión, terapia, ayuda externa, y no tanto de una boca a la que alimentar. Seguramente cuidar de un bebé, por muy nieto que sea, no sea la solución para superar un duelo o salir de una depresión evidente. El psicólogo podría ofrecer un bono doble a las madres, a la subrogada y a la cliente. A las dos les hará falta alguna que otra sesión.
Pero no centremos el debate en Ana Obregón, aunque las ganas nos lleven a focalizar el caos en ella. Son muchos los españoles que, cada año, se aprovechan de mujeres pobres para explotarlas y luego traerse un retoñito a casa. Parejas que o no pueden o no quieren pasar por un proceso tan marciano como es el de llevar a una criatura viva en su barriga. Con la de complicaciones que puede tener eso. ¡Y estrías! “¿Es que eso no puede hacerlo otro?”, reza el eslogan, apropiado tanto para sacar la basura como…para sacar la basura.
Adoptar muchos ni se lo plantean, por muchos motivos. Es un proceso en ocasiones mucho más caro que pagar a alguien para que te lo haga. No sabes “de dónde viene ese niño”. ¿Quién es su madre? E, indudablemente, es un proceso mucho más dificultoso en ocasiones. Largas esperas, incorporados en listas con otros proyectos de padre, engorrosos procesos burocráticos, exámenes de los servicios sociales… Quita, quita. Lamentablemente, es muy complicado dar un hogar a un niño o niña sin familia. Lo ideal sería que el proceso fuese más ágil, sobre todo en las adopciones internacionales, pero lamentablemente, en muchos casos, para adoptar se requiere un músculo económico y una fortaleza mental y física que no todas aquellas personas que quieran ser padre o madre no pueden afrontar. Sería interesante abrir este debate.
En vez de eso, en lo que nos encontramos es sumergidos en una guerra abierta entre fuerzas políticas que pretenden regular los vientres de alquiler en España. De alquiler. Como el que alquila 'Tiburón 2'. “Siempre que se haga de forma altruista”, dicen. Son los mismos que rechazan el aborto, aunque el bebé sea no deseado, o su familia no tenga recursos. Tú tenlo, pero luego apáñaoslas. Tú y tu chiquillico, que el pobre de nada tiene culpa. Esos son los que ahora pretenden abrir la puerta al libre tráfico de bebés. Ya será otro el que le explique al niño o niña, cuando tenga uso de razón, que su padre la engendró cuando él ya estaba muerto, que su madre no es su madre, que es su abuela, y que su madre de verdad vive en otro país, en otro mundo, ajena a su existencia y bienestar. Un porro morrocotudo, vamos. No sé si dará para más portadas del ¡Hola!, pero ‘Camellos’ tiene material para una discografía entera.