Archivo - Expositor de fruta de un supermercado / Foto: @EP

El último ataque a la distribución de alimentos se produjo el pasado domingo cuando la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, llamó a frenar los pies a "capitalistas despiadaods" como el presidente de Mercadona, Juan Roig.

 

Fuentes de la gran distribución, destacan de forma positiva la intermediación del ministro de Agricultura, el socialista Luis Planas, para evitar así que la distribución estuviese finalmente afectada por el impuesto a los beneficios extraordinarios, como pretendía Unidas Podemos.

 

Sin embargo, altos directivos del sector admiten en privado su temor a que, tras los ataques a Mercadona, el Gobierno se encuentre preparando un ‘impuestazo’ a los supermercados como “medida electoral”, como el que ya se aplica a bancos y energéticas.

 

Cabe recordar que el Ejecutivo siguió el mismo patrón antes de aprobar los impuestos al sector financiero y a las grandes empresas energéticas: ataques personales a Ana Botín e Ignacio Sánchez Galán semanas antes de aprobar las medidas que van a gravar los beneficios de la banca y las eléctricas.

 

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En aquel momento, el propio Pedro Sánchez arremetió directamente contra los presidentes del Banco Santander y de Iberdrola, por su rechazo a los impuestos a la banca y a las energéticas que había planteado un día antes el Gobierno en una proposición de ley en el Congreso.

 

“He escuchado a algunos dirigentes de bancos, a la señora Botín, al señor Galán; en fin, creo que, si protestan, es que vamos en la buena dirección”, proclamó el presidente el pasado mes de julio, en la rueda de prensa desde La Moncloa en la que hizo balance del curso político.


Sánchez aprovechó una de las preguntas relacionadas con el nuevo gravamen para señalar a la presidenta del Santander y al de Iberdrola. Es más, apostilló, a renglón seguido, “que son los mismos que protestaron y dijeron que subiendo el salario mínimo y la reforma laboral se iba a caer España, y ha sucedido todo lo contrario”.

 

Las empresas se revuelven frente a las acusaciones de enriquecimiento y de no trasladar las bajadas impositivas al lineal y muestran cómo el sobrecoste por el alza de precios ha provocado un desplome de nuevas aperturas, que han retrocedido al nivel más bajo en tres años.

 

 

Con el impuesto a los supermercados nadie quiere asumir las consecuencias que podría llevar aparejada esa medida en pleno año electoral: una subida del precio de los alimentos en los supermercados directa que no se vería compensada con la bajada del IVA de ciertos alimentos de la cesta de la compra.

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