Esta fuente de energía prácticamente ilimitada se popularizó en un relato de Isaac Asimov en los años cuarenta. La NASA estudió durante décadas su viabilidad, pero lo abandonó por la falta de apoyo político y las dificultades técnicas que conllevaba entonces. Ahora, estas dificultades parecen ya solventadas, pues Europa, China y Estados Unidos tienen un marcha proyectos para aplicarla y avanzar en la descarbonización del planeta.
Según los investigadores, el SSPD consta de una estructura desplegable de 1,8 por 1,8 metros, una colección de 32 tipos diferentes de células fotovoltaicas para descubrir cuales son las eficaces en el espacio y un conjunto de transmisores de energía por microondas. El último componente es una caja de electrónica que interactúa con un ordenador que controla los experimentos.
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