Es un hecho innegable que, hoy, los dispositivos móviles se han convertido en uno de los medios de acceso más importantes para conectarnos a Internet. Poco a poco hemos venido abandonando nuestros ordenadores y empezamos a migrar hacia una nueva forma de acceder a la información.
El teléfono inteligente, cada vez con más funciones y aplicaciones, se ha convertido en un dispositivo indispensable para nuestra vida en sociedad. Es una extensión de nosotros mismos con la cual nos desenvolvemos y nos enfrentamos a muchos aspectos de la cotidianeidad.
La política es uno de estos aspectos, fundamental, que debe adaptarse a esta realidad imparable e iniciar una acelerada migración digital hacia entornos vitales nuevos. O se comprende que la tecnología móvil puede permitirnos una mejor organización y comunicación en la sociedad del conocimiento, para la acción política, o todo lo que se haga serán imitaciones tardías, sin autenticidad y sin sentido.
Las nuevas tecnologías nos permiten llegar y participar en grupos diversos de gente y de actividades, sin necesidad de estar presente de modo físico (cosa que por falta de tiempo impedía hacerlas más a menudo); y eso no significa una pérdida de valor de esas actividades, sino al contrario, ya que sólo participamos en las que nos gustan, las que nos interesan y seguramente en las que más deseos tenemos en dar nuestra opinión y ayudar a que se lleven a cabo.
Tecnología, comunicación y política es una relación a día de hoy imprescindible para entender el desarrollo de las campañas electorales, la movilización de los votos y la presentación de información. Ya lo fue en 1960, con el primer debate Kennedy-Nixon, y lo es aún más en 2015, cuando la televisión, a pesar del éxito en audiencia del debate electoral del pasado lunes, ha pasado a ser para millones de personas, sobre todo las más jóvenes, un medio secundario de información y entretenimiento.
El salto generacional y tecnológico en España en los últimos años ha sido enorme, y el peso de medios de comunicación como Twitter, Facebook y Youtube han provocado un cambio de orientación en la manera de plantear los políticos sus propuestas.
Las redes sociales pasaron a ser una ventana para compartir informaciones con el mundo. En ellas el mensaje de cada usuario se hizo público y la intimidad de las conversaciones comenzó a desaparecer; de ahí, el surgimiento de nuevas y variadas aplicaciones que buscan retomar y mantener nuestros «secretos» en la comunicación.
En el mencionado debate televisivo los partidos políticos tenían preparados, por una parte, equipos de profesionales para controlar el feedback de las redes sociales, conociendo al instante las sensaciones y respuestas ante cada una de las intervenciones de los candidatos; por otra parte, había equipos que se dedicaban a trasladar mediante mensajes, videos y tweets (hasta dos al minuto) las declaraciones de sus candidatos. En minutos los responsables de comunicación sabían cómo el público (y el electorado) reaccionó ante determinadas declaraciones o informaciones.
Todo este "big data"fue procesado al momento, disponiendo de una valoración global y directa de cada intervención en apenas unas horas. Las tradicionales encuestas electorales han dejado paso a realidades instantáneas y perfectamente localizadas, lo que ha mejorado el tiempo de respuesta de los políticos en esta campaña.
Al igual que Kennedy ganó el debate a Nixon por el conocimiento de cómo funciona la televisión (qué color de ropa usar, salir maquillado, la postura a utilizar delante de la cámara) los partidos políticos han sido conscientes de que dominar y conocer el funcionamiento de las redes y cómo comunicarse en ellas es algo fundamental para ganar las elecciones, al igual que cualquier error supone perder miles de votos de manera casi instantánea.
Todo está medido, desde el número de palabras hasta la calidad de las imágenes y videos, pasando por el tipo de mensajes según el día y la hora.
Nuestros móviles se ha convertido en nuestra extensión, reducida en tamaño pero infinita en información, datos y funciones a los que podemos acceder (la banca, la identidad, etc.). Son nuestro periódico, buzón y televisión, por lo que la adaptación de las campañas a los dispositivos móviles supone un contacto directo con el votante, algo impensable hace 10 años, y una posibilidad más concreta de convencer, cambiar tendencias y ganar votos.