“Su manera de ver la vida, propia de malcriadas que aspiran a llegar solas y borrachas, desprovistas de responsabilidades ni siquiera delante de sus peores decisiones, nos abochorna a la mayoría de las mujeres que trabajamos todos los días para sacar adelante a nuestro país" (Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid).

 

A estas alturas ya deberían quedar pocas dudas de que a las derechas españolas y gallegas, muy especialmente a sus representantes políticos (PP, VOX) y sociales (CEOE, Iglesia católica), les produce urticaria que avancemos en derechos y libertades democráticas y también en igualdad. Estos días tuvimos nuevas evidencias con motivo de su oposición a la aprobación por el Parlamento español de la Ley Orgánica de Garantías de la Libertad Sexual, más popularmente conocida por la ley del "solo sí es sí".

 

La primera pregunta que cabría hacerse, delante de esta oposición presentada por las derechas, sería la de que, si se trata de una ley que nace para proteger a las mujeres, ¿quién se siente amenazado por ella? Porque estamos delante de una ley que da un trato judicial a las violaciones cuando antes solo se consideraban en aquellos casos en los que se produjo con fuerza o intimidación, lo que finalmente forzaba a que fuesen las mujeres quienes tenían que demostrar que se habían resistido a la violación. Una legislación que llevaba a que en muchos casos las mujeres violadas pasaban de víctimas a acusadas, cuando no a culpables. Aún hoy duele el alma recordar aquella sentencia de un magistrado exculpando a los violadores porque la víctima llevaba la falda muy corta y no había ofrecido la suficiente resistencia como, por caso... negándose a abrir las piernas.

 

Una situación legal que venía provocando que, según datos oficiales, solo el 8% de las violaciones se denuncian, lo que significa que el 92% quedan sin denunciar y que en el 38% de las denuncias el violador sale absuelto. Una realidad que resulta más devastadora cuando se sabe que el 60% de las violaciones son a menores. Delante de estas evidencias no debería sorprender que muchas de las mujeres y menores violadas no se decidan finalmente a denunciar, tanto por pensar que no sirve para nada cuanto por miedo a ser estigmatizadas por la justicia y por la sociedad.

 

En este contexto, resulta muy positivo que la ley haga hincapié en la educación sexual, porque solo finalizaremos definitivamente con estos crímenes cuando la inmensa mayoría de la sociedad haya asumido que son intolerables, porque atentan contra las libertades y los derechos de las mujeres y de los niños y niñas.

 

Como muy bien señaló la ministra de Igualdad, la señora Irene Montero, cuando el Congreso dio su aprobación definitiva a esta ley "fue un día de victoria después de muchos de lucha por las mujeres". Felicitarse también porque con esta ley España se coloca en la vanguardia de los estados europeos en la lucha contra la violencia de género...a pesar de la oposición de las derechas y sus socios y altavoces.

 

Nunca puede ser totalmente libre una sociedad si las mujeres no lo son. Y una mujer no es libre si no puede decidir libremente, por caso, sobre sus relaciones sexuales, sobre cuándo y con quién quiere tenerlas.

 

 

 

 

 

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