Mientras se reduce el gasto público en servicios de bienestar se incrementan las ayudas públicas la banca privada como bien de suceder con las subvenciones a Abanca para la instalación de cajeros en el rural
El indiscutible vaciado de los pueblos gallegos del rural tiene como versión oficial de las élites políticas, económicas e intelectuales que este fenómeno social es un proceso natural fruto de la modernización del país que se refleja en una creciente urbanización, una terciarización de la economía -por un auge del sector servicios- y una explosión de las grandes infraestructuras viarias -vías rápidas, aeropuertos...-. Las evidencias, a pesar de eso, demuestran que las auténticas razones son otras: sin empleos, sin servicios, sin recursos financieros y aislado....el rural languidece.
En los últimos meses los ganaderos y las ganaderas vienen manifestando sus protestas por los bajos precios que le ofrecen las centrales lecheras que no son quien de cubrirlos costes por lo que sufren continuas pérdidas. Situación que está llevando la que el número de ganaderos que abandonan el rural no pare de crecer: 35.000 en lo que va de siglo XXI. Un proceso de abandono que se acompaña de una creciente eucaliptización para beneficio de las industrias papeleras.
Protestas que se extienden al estado de la situación en la atención sanitaria. Son continuas y muy amplias las protestas ciudadanos delante del enorme deterioro que esta sufriendo la atención primaria. La apuesta de la Xunta de Galicia por el hospitocentrismo -potenciación de los grandes centros hospitalarios urbanos- y las privatizaciones tanto deterioran la red de servicios como encarecen la atención sanitaria. El mismo sucede con el cierre de centros escolares justificados por la pérdida de población en edad escolar.
No cabe la menor duda de que este deterioro de los servicios públicos citados junto al de otros que se vienen arrastrando desde siempre (por caso, la atención a los mayores o la infancia) no deja de ser un estímulo para que la gente abandone el rural con lo consiguiente despoblación de un número creciente de aldeas y parroquias.
En esta dinámica resulta significativo el hecho de que mientras se reduce el gasto público en servicios de bienestar se incrementan las ayudas públicas la banca privada como bien de suceder con las subvenciones a Abanca para la instalación de cajeros en el rural ("los bancos siempre ganan"): ¡no hay personal sanitario, ni maestros, ni cuidadores pero sí hay cajeros!. Cajeros para una banca que, por su parte, no le facilita a los pequeños negocios, por caso en el rural, la liquidez que precisan para poder hacer frente en esta pandemia a caída de las ventas por lo que se ven forzados a cerrarlo su negocio.
Las políticas públicas de infraestructuras viarias vienen apostando desde hace décadas por las vías rápidas y la comunicación con Madrid. Así sucede, por caso, que mientras resulta ser una de las comunidades con mayor índice de vías rápidas de España, mientras se pondera un AVE que permite llegar a Madrid en 3 horas y media -pero que los habitantes del rural ven pasar a más de 200 kilómetros por hora sin que tengan una parada cerca-, Galicia es también una de las pocas comunidades sin tren de cercanías lo que dificulta las comunicaciones a los habitantes de los núcleos mas pequeños.
Como podemos ver el abandono del rural por un número creciente de familias no es un fenómeno natural fruto de la modernización sino que es el "efecto colateral" de unas políticas públicas que apuestan por los intereses del gran capital: sí analizamos todas y cada una de las políticas citadas - eucaliptización, hospitocentrismo, privatización de servicios públicos, construcción de grandes vías rápidas...- vemos que detrás de todos y cada uno de los casos están los intereses de las mayores fortunas -propietarios, directivos y accionistas de bancos, fondos de inversión, multinacionales, grandes constructoras....-.
Arracando eucaliptos en Tourón en una acción de las brigadas deseucaliptazadoras