Galiciapress se da una vuelta por la noche compostelana para ver cuántos estudiantes se animan a acercarse a los pocos locales que abren más allá de la 1 de la mañana, momento en el que cierra toda la hostelería, después de los altercados del pasado jueves.


Los universitarios explican para este medio sus impresiones tras la actuación de las autoridades para sofocar el botellón improvisado a la salida de Ruta. Las imágenes de la policía agrediendo a los jóvenes, alguno con heridas visibles en la cabeza, se viralizaron al día siguiente.


Los jóvenes reclaman un horario más amplio para el ocio nocturno, que se flexibilicen las restricciones y que dejen de perseguirles. “Nos echen a las 3, cuando estás en todo lo alto. Sales de aquí, ¿y qué haces? Sigues de fiesta”.


Los universitarios se concentran a la salida de Ruta, en Santiago | Foto: Galiciapress


Llegan a Santiago procedentes de Padrón, de Sarria, de Vigo, de Palencia, de Huelva, de Montpellier o de Innsbruck. Bajo el microscopio y examinados uno a uno los hay que serán oftalmólogos, maestros, historiadores, periodistas, cirujanos... Si los consideramos una masa, todos son lo mismo: jóvenes. Los universitarios, dueños de la noche en Compostela desde hace más de 500 años, volvieron a tomar la calle este miércoles, pese a la advertencia del Consello de Santiago de que, tras los incidentes del pasado jueves, iba a reforzarse la seguridad en la capital gallega con más agentes y antidisturbios en un operativo que se puso en marcha ayer mismo.


“Somos los mismos que eramos antes del Covid y los que vamos a estar mañana y el año que viene. Solo queremos salir y divertirnos”. Los jóvenes de Santiago no se amedrentaron este miércoles, donde alumnos de primero de carrera, de segundo, estudiantes de máster, de FP, erasmus... volvieron a buscar en los bares de Santiago un rincón para relacionarse y relajarse con sus amigos.


Dicen no tener miedo a la Policía, aunque en su conjunto son reacios a hablar del tema con los periodistas y las luces azules intermitentes que se acercan al doblar la esquina hacen que muchos tiren lo que están fumando y se suban las mascarillas, otros esconden sus vasos, algunos incluso echan a andar. Falsa alarma. Solo una ambulancia.


“PORRAZOS A GENTE TIRADA EN EN SUELO”

“Desproporcionado”, “exagerado”, “abusivo”, “una locura”... Todos califican los echos del pasado jueves como una intervención policial desmedida, pese a que algunas cifras oficiales hablan de cerca de 2.000 estudiantes en la calle a partir de las 3 de la madrugada. Otro grupo comenta que estaban en la Plaza Roja y que al ver que había jaleo prefirieron dar media vuelta. Los que estaban presentes lo narran como una batalla campal, contradiciendo así la versión del gobierno local, que cifra en una docena de agentes los que intervinieron esa noche.


“Era un escándalo. Había policías a porrazos con gente tirada en el suelo, una chica llorando en un portal y fueron directos a por ella. Venían como locos a por nosotros”, comenta un muchacho que presenció los altercados del jueves. A renglón seguido, añade que él no tiene “nada en contra de la Policía”, pero que “hay otras formas” y que no vio que nadie les tirase nada a los agentes.


De las palabras del alcalde Bugallo, que puso en duda que alguien pudiese sangrar al recibir el disparo de una pelota de goma, una chica invita al regidor a comprobarlo. “Eso te puede sacar un ojo, fracturar una costilla o partirte la boca. Se ve que ha llevado muchos”, ironiza.


Pero, a la hora de actuar, ¿qué otras formas? Sus amigos sugieren multas. Otros piden que hablen con ellos en vez de recurrir a los golpes. Prácticamente sugieren que los agentes los pastoreen hasta sus casas, donde con toda seguridad seguirán la fiesta. La mayoría entiende que tengan que intervenir, pero que el fin no justifica los medios.


Jóvenes beben a la entrada de Avante este miércoles | Foto: Galiciapress


Lo que no puede ser es que nos echen a las 3, cuando estás en todo lo alto. Sales de aquí, ¿y qué haces? Pues a la calle, o a un piso, o un parque, pero sigues de fiesta”, dice un joven. “Es como cuando tenías 16 o 17 años, que tenías que estar a tu hora en casita. Con la situación actual podían abrir más tiempo”, concluye.


“MAÑANA SE PUEDE LIAR”

En lo que sí coinciden todos los consultados es que volverán a salir mañana. “Mañana se puede liar. Hoy también, pero mañana seguro que sale más gente”, añade una chica. La joven, estudiante de segundo año, dice que el año pasado, con restricciones mucho más severas y con la mayoría del ocio nocturno cerrado, apenas pudieron disfrutar de la vida universitaria.


“Ahora los de segundo y los de primero nos juntamos para saber qué es. Todavía no conocemos eso de ser universitarios y poder salir de fiesta”. Cabe destacar también que muchos estudiantes pueden tomarse las medidas del gobierno municipal como “una provocación” y provocar un efecto llamada. “Muchos van a salir solo a ver qué pasa, a ver si se arma”, reconoce una chica.


Además, todos dicen estar vacunados. Por ellos, por sus familias, porque es lo que hay que hacer y por otras muchas razones que desgranan. También porque, sin la pauta de vacunación completa, pronto tendrán difícil entrar en los locales de ocio nocturno, tal y como contempla aplicar la Xunta de Galicia en los próximos días una vez que tenga el visto bueno del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia para incluir el certificado covid en el protocolo del ocio nocturno. Con un 90% de la población diana vacunada, muchos abogan por que se rebajen las restricciones, sobre todo en lo que a los horarios se refiere.


SIN MACROBOTELLONES EN BELLVÍS, PERO CON RUTA Y AVANTE HASTA LA BANDERA

El refuerzo del que hablaba Bugallo no se hizo notar mucho entre la 1 y las 2 de la madrugada. Un par de patrullas de la Policía Local y Nacional se dejaron ver por el centro, perono una presencia policial destacada. Al menos, lo que logró el anuncio fue que espacios como O Burgo das Nacións o el parque de Bellvís, donde muchos universitarios descubren por primera vez la noche compostelana, estuviesen vacíos y sin rastro de botellones este miércoles, seguramente porque las autoridades ya tienen esos puntos bien marcados en su mapa.


De esta forma, las calles de Santiago estaban especialmente silenciosas esta madrugada y uno podía sentirse como Rorschach, el antiheroe creado por Alan Moore, caminando por callejones desiertos en los que solo se escucha el eco de las pisadas de uno mismo. El jaleo se concentraba casi exclusivamente a la puerta de dos pilares de la juerga santiaguesa: Ruta en la zona nueva; Avante en la zona vella. Con el cierre de casi toda la hostelería a la 1 de la mañana, estos dos locales concentran a la mayor parte de los estudiantes de la capital.


A su entrada y salida es donde se encuentran la mayoría, ya que las dos discotecas no pueden asumir el volumen de clientes. “Si ya antes del coronavirus estaban siempre petados, ahora que solo están abiertos un par de sitios, pues todavía más”, relata una muchacha. Esta abundante demanda se cruza con la poca oferta existente, provocada en gran medida por el Gobierno de España y la Xunta, que no benefician con sus restricciones que abran más negocios.


Por esto, algunos sí creen que las administraciones son las responsables de que se fomente la cultura del botellón. “¿Qué vamos a hacer si no?”, cuestiona un chaval a la puerta de Ruta, un parecer que comparten los hosteleros locales. Dicen sentirse un poco perseguidos y ser el objetivo de muchas críticas, pero no solo por parte de los gobernantes: “Los medios también hacéis lo vuestro, sacáis mucha mierda de los jóvenes y se nos criminaliza”.


Entrada de Ruta ayer en torno a las 2 de la mañana | Foto: Galiciapress


Una última mirada a la entrada de la discoteca antes de iniciar el regreso a casa. La noche está tranquila, la temperatura es agradable -aunque se agradece la chaqueta- y no amenaza lluvia. El tiempo ideal para estar en la calle con los amigos, charlando, riendo y entonar alguna canción de Nena Daconte o Shakira de camino al siguiente bar. Cuando el reloj marque las tres, esa ya será otra historia. Para entonces, tal vez las luces azules que se ven al final de la calle no sean las de una ambulancia. Quizá entonces sí haya que volverse a casa y mejor que no sea “calentito”, porque, como reflexiona un estudiante de primero de Periodismo, “salimos a divertirnos, no a que nos abran la cabeza”.   



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