Antes del inicio del primero estado de alarma, hacía semanas que resultaba imposible encontrar mascarillas FPP2. Afortunadamente, la carencia es muchísimo menor ahora. En parte, gracias a Galmask, una iniciativa gallega que comercializa FPP3, las mascarillas clasificadas como equipos de protección individual (EPI) con mayores exigencias de filtrado.
En concreto, para lograr que te certifiquen una mascarilla como FPP2 hay que demostrar, entre otros requisitos, una protección de salida y una de entrada superior al 94%. Para las mascarillas FPP3 el requisito es superior, el 99%, tanto de entrada y salida.
Así lo explica una completa guía del consumidor sobre mascarillas copublicada por Dismark, una distribuidora de Santiago de Compostela, que es una de las dos empresas que se embarcaron en la aventura de Galmask, junto a la empresa viguesa de fabricación automatizada I-LEVER.
Lamentablemente, la guía es muy necesaria pues la enorme demanda de mascarillas ha provocado también un aluvión de productos que se comercializan como lo que no son.
CREACIÓN DE EMPLEGO
Según informó en su día la Xunta, que apoya el proyecto, la iniciativa empresarial supuso una inversión de 600.000 euros y la 30 puestos de trabajo directos.
La fábrica empezó a funcionar con las certificaciones a mediados de octubre. A finales de noviembre empezó a comercializarlas respaldadas con todos los certificados que exige la UE. Galmask dice que produce 1,5 millones de mascarillas al mes, destinadas tanto al mercado estatal como internacional.