Me encanta mi trabajo. Es algo que no puede decir todo el mundo y yo soy parte de ese pequeño estrato de la población que no rehúye su jornada laboral. Me encanta aprender siempre algo nuevo, indagar en las cosas que me son extrañas, sorprenderme con todo lo que descubro a lo largo del día, celebrar cada visita a las muchas noticias que a diario componen este medio pequeño pero peleón. Cada día es una batalla en la que nos enfrentamos a muchas penas y no tantas alegrías, aunque siempre tratamos de darles todos los enfoques posibles. Sin embargo, en verano nos solemos lidiar con un rival difícilmente sorteable: la monotonía.
En vacaciones el periodismo se hace, si cabe, un poco más complicado. Pese a que este es un servicio 24 horas, es cierto que en verano a veces hay que perseguir la noticia en muchas ocasiones. Pero durante el estío los políticos se van de vacaciones, la gente está en la playa haciendo castillos de arena y los periodistas que quedamos de guardia estamos trepanándonos los sesos en busca de algo jugoso sin morir derretidos en el intento. Porque cuando ven en el informativo por decimoséptima vez en tres días las recomendaciones sanitarias para luchar contra la ola de calor no crean que es porque el porcentaje de abuelas que se sientan a la fresca vestidas de negro y con 42ºC a la sombra haya crecido exponencialmente, sino porque, la verdad, a veces no hay mucho que contar más allá de lo bueno que es beber agua y consumir tres piezas de fruta al día.
No obstante, es cierto que este va a ser un verano atípico. El maldito coronavirus nos tendrá a muchos pendientes de la última hora, de si crecen o no las cifras, de si hay nuevos brotes como los que se están reproduciendo de forma casi constante en un punto y otro de la península y en los “territorios de ultramar” o si alguno de los miles de investigadores de todo el mundo está un poco más cerca de la tan ansiada vacuna. Con el fin de hacernos el verano un poco más fácil a todos y que no tengan que andar pendientes de nuestras alertas diarias, mi recomendación es que usen la mascarilla, no celebren en la calle la permanencia de Celta, Dépor y Lugo (¡vamos, que se puede!) y traten de mantener la distancia de seguridad siempre que les sea posible. Son recomendaciones sencillas y que todos podemos seguir con el fin de que yo no tenga que estar echando cuentas sobre si hacen falta más camas de UCI y pueda centrarme en el último fichaje de nombre impronunciable del Obradoiro.
Por otro lado, y aunque tal vez abuse de su confianza pidiéndoselo, estas vacaciones tengan mucho ojo en la carretera, no se lancen al mar ni a la piscina desde un balcón u otra altura ni haciendo poses extrañas y no intenten librarse ustedes por cuenta propia del nido de velutina que acaban de encontrar en un matorral cerca de su huerta, que para eso hay profesionales que se encargan de librarnos de esa plaga. Y por favor, por favor se lo pido, tengan cuidado con las hogueras, los cigarros, la quema de rastrojos… cuidado con los pirómanos, que en esta semana ya hemos reportado suficientes incendios –casi todos apuntan a que fueron intencionados– como para pasarnos el verano en la redacción buscando columnas de humo en el horizonte. Tenemos un gran y verde país. Que siga siendo así en otoño, cuando no haya que buscar noticias. Hasta entonces, lo que surja se lo iremos contando aquí. Permanecemos abiertos por vacaciones.