Acusan a las autoridades sanitarias de haberlos "dejado abandonados a la mano de Dios"
Familiares de los usuarios de la residencia San Carlos de Celanova (Ourense) denuncian la ausencia de un servicio de Enfermería en el centro desde el inicio del brote de coronavirus en sus instalaciones, el pasado 18 de marzo.
Casi un mes después de que se detectase el primer caso de COVID-19 en esta residencia, los usuarios de la misma siguen sin disponer de personal médico y de enfermería residente, "nos han dejado abandonados a la mano de Dios", lamenta la portavoz de las familias, María Rodríguez Mosquera en declaraciones a Europa Press.
Desde el inicio del brote vírico, en esta residencia fueron diagnosticadas 46 personas mayores, han explicado las familias. De ellas, 33 fueron derivadas a la residencia integrada de Baños de Molgas, 18 han podido volver a sus instalaciones tras curarse, siete afectados siguen recuperándose en la San Carlos, donde permanecieron desde el principio, y seis personas fallecieron.
Solo 11 residentes dieron resultados negativos en las PCR realizadas, pero una de las trabajadoras con las que ha hablado Europa Press --que prefiere mantener el anonimato-- asegura que los siete casos que quedaron en la residencia "fueron asintomáticos y seguramente ya están curados", por lo que reclama que el Sergas vuelva a realizarles las pruebas, tanto a ellos como al personal.
En esta pandemia los usuarios no han sido los únicos afectados, y es que el 58% de la plantilla de trabajadores también está sufriendo la enfermedad. A lo largo de este mes desde el primer diagnóstico, 25 trabajadores han tenido que ponerse en cuarentena y "de los 29 empleados fijos del equipo inicial, solo permanecen cuatro", explica la portavoz de familiares.
Entre los que "fueron cayendo" se encuentra la enfermera de esta residencia, explica una de las trabajadoras de este centro. La otra persona que conformaba el equipo de enfermería "acababa de empezar y renunció". Por este motivo, el centro no puede cubrir este servicio desde el 20 de marzo.
FALTA DE PERSONAL
Tanto familiares como empleadas han reclamado la intervención de la residencia y si bien "en un principio" la Administración autonómica "decía que la iba a intervenir y de hecho nos dijeron que preparásemos a los mayores para llevarlos a todos, al día siguiente faltaba media hora para trasladarlos y lo echaron todo atrás", apunta esta trabajadora. "No nos dieron explicaciones" y "tres días después hicieron las pruebas masivas", añade.
En todo caso, el mayor problema que se presentó en la residencia de este municipio ourensano fue asegurar la adecuada atención de sus residentes ,ya que "el personal se vio desbordado por la situación", subraya María Rodríguez: "Están haciendo un enorme esfuerzo con el que siempre estaremos en deuda".
Por su parte, la empleada con la que ha conversado Europa Press y que sigue trabajando explica que "la mayoría" de sus compañeras "están en casa afectadas y muy tocadas", porque "querían estar con nosotras y veían como caían las compañeras y que nadie nos hacía caso". Ha precisado que gracias a personas "voluntarias" de Celenova han ido cubriendo el servicio de limpieza.
A pesar de que el personal ha sido reforzado hasta las 16 trabajadoras, según ha manifestado María Rodríguez, "las cosas no van bien". "Ahora tienen más auxiliares de enfermería, pero tienen que enseñarlas porque son gente que nunca trabajó en geriátricos" y "las pobres chicas lo intentan como pueden".
"NO EXISTE NADA DE LO QUE TENÍAN ANTES"
Las consecuencias de que "ninguna institución pública echase mano de la residencia en estos 30 días" --como sí ha sucedido en centros de Vigo, Cangas y O Barco de Valdeorras-- también se refleja en estado de los ancianos.
"Se les ha roto la rutina que tenían, se les ha roto todo, no existe nada de lo que tenían antes", lamenta la trabajadora de este centro, al tiempo que afirma que "a todos les ha servido para empeorar psíquicamente".
"Los contagiados que entienden lo que pasó se fueron muy impactados, pensando que se morían y que no iban a volver", pero en todo caso "todos tienen unas rutinas que son fundamentales para ellos, incluidas las visitas familiares" y ahora "no hay más vida que en la habitación", porque la "vida comunitaria" está suspendida hasta que esta situación termine.
"EMOCIONES NUEVAS"
Esta trabajadora también cree que tanto ella como sus compañeras pagarán "las consecuencias psicológicas y físicas después", una vez se haya superado esta fase. Sin embargo, sí que siente que "hay emociones" nuevas porque "todo esto es muy emocional y ver a los ancianos que no entienden nada, perdidos, llorando y asustados" es "terrible".
"No son niños, pero a veces tienen reacciones de niños" y las personas que trabajan para atenderlos tratan ahora de "llevarlo con un poco de humor" para poder soportar la situación, concluye esta trabajadora.
jueves, 16 de abril de 2020, 11:18