La convocatoria electoral en Galicia (5 de abril) encuentra a las izquierdas buscando su espacio en el escenario electoral. Un escenario que es diferente, muy diferente al que existía en la anterior convocatoria. Diferencias que pueden ser decisivas en el resultado final, especialmente si tenemos en cuenta que de nuevo, y según todas las encuestas, este seguramente esté algo apretado lo que le da una indiscutible incertidumbre a la contienda.


La mayor diferencia está en el espacio que debería cubrir el galleguismo de izquierdas. Recordemos que en las elecciones del 2016 ese espacio estaba ocupado por dos organizaciones (EN MAREA, BNG) que finalmente sumaron 20 diputados y 390.400 votos que representaban el 26,7% de los escaños y el 27,4% de los votos emitidos. Un resultado que ahora, con la presencia en solitario del BNG, resulta impensable que se produzca y que, por tanto,  el galleguismo de izquierdas vuelva a liderar la oposición frente a las derechas gallegas (PP).


Un nuevo escenario que tendrá consecuencias políticas. En el corto plazo está por ver si tiene repercusiones electorales, por caso las más decisivas, como el ayudar a que el Partido Popular (PP) pierda la mayoría absoluta. Las dudas son lógicas y giran en torno a qué va a pasar con el electorado que en las lecciones de 2016 votó a EN MAREA (271.418 votos) y a quién ocupará los escaños dejados por sus diputados (14).


Con total seguridad podemos avanzar que las fuerzas que más se beneficiarán de la no presencia de EN MAREA serán en primer lugar GALICIA EN COMÚN-ANOVA,  especialmente por el electorado que representa PODEMOS, y luego el BNG. A pesar de esto, son legítimas las dudas de que entre ambos recojan el total de los asientos bacantes. Las razones son varias como, por caso, y refiriéndonos al BNG, que las contiendas electorales habidas en las últimas décadas apuntan a que, a pesar de que mejorará resultados, tiene un indiscutible techo electoral. Un techo que seguirá ahí debido tanto a esa infantil operación preelectoral por parte de UPG de querer reafirmar públicamente su poder en el BNG como la que en este marco político excluyente a la suya, por otra parte excelente, candidata Ana Pontón no aparece, para un sector amplio del galleguismo de izquierdas, como una alternativa real a Alberto Núñez Feijóo. De cumplirse este pronóstico quedará en evidencia el tremendo error cometido por los dirigentes del BNG de no aceptar una alianza electoral con EN MAREA. Una alianza que, muy probablemente, le habría permitido al galleguismo disputar con garantías la hegemonía en las izquierdas al PSdeG-PSOE, abriendo así la puerta a un escenario político en el que, por caso, ocuparía una posición de privilegio la reivindicación para Galicia del lugar que le corresponde en España como comunidad histórica.


Por tales razones resulta absolutamente incomprensible, sino es desde el punto de vista de un partidismo estrecho y cerrado, tal negativa por parte del BNG. El tiempo dará y quitará razones pero con esa estrategia las apelaciones de Ana Pontón llamando a los votantes galleguistas resultan menos creíbles. El BNG seguirá en su antiguo espacio, anterior a la irrupción de EN MAREA, en torno a los 150.000 votos en el mejor de los casos que, así y todo, le supondría mejorar significativamente los resultados de las autonómicas de 2016. Apoyo que,  no obstante, no representará ni de lejos a todo el galleguismo de izquierdas, no le va a permitir liderarlas izquierdas y, por tanto, da oposición las derechas. Incluso va a impedir la posibilidad cierta, en un marco unitario del galleguismo de izquierdas, de que por primera vez una mujer presida la Xunta de Galicia. Una mujer galleguista, lo que sería un hito histórico para Galicia.

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