Después de unas "tranquilas" vacaciones, los políticos vienen con las pilas cargadas. Así lo espera la ciudadanía. En Madrid, se agotan los últimos días hasta la fecha límite, 23 de setiembre, para la deseada investidura de Pedro Sánchez, aunque tal y como están las cosas no parece probable, lo que significaría la convocatoria de elecciones para noviembre. Todos los partidos están preparando ya sus equipos de campaña para trabajar a fondo la semana que marca la ley.
Casado, con su apuesta de España Suma que Rivera no quiere ni en pintura. Mientras, en Podemos, con muchos frentes abiertos internamente, no quieren ni oír hablar de comicios. El patio no está para muchas alegrías. Iglesias y Montero podrían tener serios problemas con las distintas facciones de los que ya no les quieren al frente del partido/cortijo.
En Catalunya, estamos a las puertas del 11 de setiembre con la incertidumbre del número de asistentes a la manifestación de la Diada que sus organizadores pretenden que sea mayoritaria para "mostrar" músculo de cara a la sentencia de los políticos presos que se dará a conocer a finales de mes o a principios de octubre. Los ánimos andan exaltados.
La ANC, que se ha apropiado de la fiesta de todos los catalanes, se ha convertido en la plataforma de contrapoder de aquellos partidos que en su día la impulsaron. La división entre las formaciones independentistas, más evidentes estos últimos tiempos con la presión del delegado de Puigdemont, en Catalunya, Quim Torra, al presidente del Parlament para que reinicie las decisiones unilaterales que se contradicen con la legalidad vigente, puede llevar a una ruptura entre los dos partidos que ahora ocupan el Palau de la Generalitat.
La propuesta de Torra de realizar un gobierno de concentración que daría entrada a la CUP y los Comunes de Colau -está por ver si ella acepta- ha puesto los pelos de punta a los republicanos y a los ex convergentes más moderados. Puigdemont y Torra pretenden dinamitar la ERC de Junqueras utilizando a Marta Rovira, que se aburre mucho en Suiza, y necesita estar de nuevo en el candelero mediático aunque sea en contra de la opinión de su jefe y amigo Junqueras. Lo que trata el huido es dinamitar a ERC, que según todas las encuestas podría ganar las próximas elecciones catalanas, si finalmente Torra las convoca, aunque no está mucho por la labor.
Puigdemont, que tiene todo el tiempo de mundo para pensar, hacer comidas, atender a los medios amigos, moverse con una cierta libertad que no tienen los políticos presos, le permite seguir pontificando y animando a la desobediencia. ¿Hasta cuándo? Después de la Diada viene la traca final que representa la sentencia de los políticos presos, que puede descolocar a muchos. ¿Será contundente? Hay opiniones de juristas para todos los gustos. En todo caso, como apuntan otros, siempre queda el último recurso, que es la amnistía para todos ellos.
Con este panorama, lo que es seguro es que este mes de setiembre va a ser muy caliente aunque las lluvias hagan acto de presencia.