El riesgo de cometer un delito contra la propiedad intelectual ha extendido el uso de imágenes de archivo proporcionadas por webs especializadas, especialmente para las redes sociales, convirtiéndose en una práctica cada vez más común entre las empresas.
"iPad as a mirror" | Sigalakos iCC BY-NC-SA 2.0
Las redes sociales están tan presentes en nuestra vida diaria que han cambiado por completo nuestras rutinas. Tanto nuestro ocio como nuestra jornada laboral se han visto fagocitadas por el uso de las redes, cada vez más presentes en este último campo donde ha llegado el punto en el que, con los hábitos de consumo actuales, las empresas que no tienen presencia en internet son irrelevantes.
Así, las empresas buscan la forma de llegar al mayor número de consumidores posibles, normalmente a través de imágenes o vídeos que puedan conseguir un buen número de likes, aunque eso siempre entraña algún que otro riesgo oculto.
La mayoría de imágenes que vemos diariamente en internet están protegidas por el derecho de autor, por lo que su uso, si se hace sin permiso o sin atribuir correctamente la autoría o la fuente de donde se ha obtenido esa imagen, puede traer consigo serios problemas legales.
Erróneamente, pensamos que una vez que esas imágenes llegan a la nube ya son susceptibles de ser utilizadas por cualquier usuario. Sin embargo, si una fotografía o vídeo se usa sin el consentimiento expreso del autor de la misma el fotógrafo o realizador de la obra puede emprender acciones legales, exigiendo una compensación por su uso.
Y en ese sentido, las redes sociales son un arma de doble filo. Cualquier publicación puede convertirse en viral y llegar a miles o millones de personas, pero si algún elemento de la publicación está protegido con Copyright y se utiliza sin los permisos requeridos, la propia red social puede bloquear ese mismo contenido, llegando incluso a eliminar la cuenta del usuario y, en el peor de los casos, desembocando en un proceso legal entre los afectados y la empresa que utilizó la obra sin el consentimiento del creador.
Para evitar problemas, cada vez son más las compañías que recurren a otras empresas o plataformas que proporcionan las fotografías o vídeos que necesitan para promocionar sus productos o que sirvan de contenido o apoyo en sus redes sociales. Por esta vía se esquivan casos como el del fotógrafo alemán Dirk Renckhoff, que se enfrentó en un proceso judicial contra una escuela que publicó en su web el trabajo escolar de una alumna que ilustró su tarea con una imagen de Renckhoff, sin que el fotógrafo tuviese conocimiento de su divulgación. El caso llegó incluso al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que en 2018 falló a favor de Renckhoff.
De esta forma, las imágenes de archivo de gran calidad significan, además de un salto para muchas empresas, la mejor manera de sortear todos los impedimentos legales que por un lado protegen la propiedad intelectual de los fotógrafos y artistas pero que por otro suponen una barrera en un mundo tan globalizado y en donde el marketing digital se ha convertido en la principal herramienta para encontrar nuevos mercados.