En política, como en otras facetas de la vida también, la soberbia es una mala consejera que lleva a la destrucción de quienes hacen uso de ella. Solo hay que repasar la Historia. Las rencillas más personales, más que las diferencias ideológicas o de programa, hacen fracasar la constitución de un gobierno.
El ejemplo lo hemos podido comprobar este jueves en el segundo intento de investidura del candidato socialista Pedro Sánchez, donde Pablo Iglesias, por avaricia o revancha, con su abstención ha tumbado la investidura. El líder -por poco tiempo- de Podemos/Unidas Podemos, como se llama ahora, no ha querido aceptar la oferta socialista: una vicepresidencia ejecutiva y tres ministerios. Lo han considerado poco y además ministerios floreros. ¿Se habrán mirado bien las competencias tan importantes que tienen? Ni se han molestado. Lo que querían en realidad es: controlar los presupuestos-gobierno paralelo, fiscalizador del PSOE- y demostrarle al presidente en funciones que no volverá a ser presidente con sus votos, toda una jugada que le puede costar muy cara. Decía Publio Siro, poeta dramático romano, que “El que persigue dos liebres, no consigue ninguna”.
Una vez más Unidas Podemos de Montero&Iglesias ha estado a punto -creo que llegará a pasar- de romper la ya por sí débil coalición que hasta ahora controlaban. La intención de Iglesias era votar en contra, pero por eso no pasaba Garzón y Asens, que amenazaron a Iglesias con abstenerse. En los últimos minutos ha cambiado de opinión y la abstención ha sido la posición del partido morado. Iglesias se veía venir el conflicto y ha rectificado.
Mientras la derechas -las tres que van de la mano- se ponen de acuerdo, las izquierdas, como siempre, dan la nota. Es una lástima, pero con líderes como Iglesias es para echarse a llorar.
Rectificar o aprobar algo con lo que no se está de acuerdo debería ser la práctica habitual en el Congreso de los Diputados. La responsabilidad de los políticos también es transigir, consensuar y en muchos casos renunciar. Se llevan ya unos cuantos meses de bloqueo, el país necesita un Gobierno y un Parlamento que trabaje. Los intereses de la ciudadanía deberían estar por encima de los intereses partidistas, individuales y de cargos.
La actitud del playboy de Ciudadanos, Albert Rivera -partido presidencialista- ha sido de un populismo barato y rastrero ¿Este era el candidato que algunos poderes económicos habían elegido para que un día llegara a la presidencia del Gobierno? Pues les ha salido rana en todo, hasta en el apartado de obedecer.
Por cierto, si al final se hubiera producido el acuerdo de Gobierno ¿Irene Montero hubiera renunciado a los meses de maternidad, es decir, a cuidar de su hija para acceder al Gobierno o hubiera sido Iglesias el que cogería la baja paternal?
¿Dónde quedaría la conciliación de la vida familiar que tanto predican? ¿Quizás por eso Podemos se ha transformado en Unidas Podemos? Sea lo que sea, Iglesias lo ha vuelto a hacer, todo por un pique personal con Sánchez, al que no soporta. En el plano humano se puede llegar a comprender, pero en lo político es un mal ejemplo. Al final, la mentira tiene las piernas muy cortas.