El primer mensaje del mandatario gallego es que hay que "unir el voto del centro de la derecha". Mensaje que es precisamente el que ya están mandando muchos próceres conservadores españoles. Una hipotética refundación si podría llevar a Feijóo a Madrid, arriesgada apuesta que por ahora él no parece dispuesto a jugar.
No pasó ni un día desde el descalabro de Pablo Casado y una parte de la derecha española ya vuelve a lanzar cantos de sirena por Alberto Nuñez Feijóo. Por ahora, el presidente de la Xunta de Galicia no parece dispuesto a moverle la silla a su líder estatal, al menos hasta después de las elecciones locales y europeas del 26 de mayo.
¿Debe dimitir Pablo Casado?, le preguntaron a Feijóo ayer cuando salió a dar la cara tras unos resultados "malos, sin paliativos". El ourensano lo descartó, cualificando de "gravísimo error" ponerse a discutir sobre esto a un mes de otra cita electoral.
El mandatario insistió en la proximidad de los comicios locales y europeos: "Es evidente que en este momento la ocupación de este partido es detectar por qué hemos obtenido un resultado malo, sin paliativos. Pero cometeríamos un gravísimo error, en mi opinión, teniendo elecciones en tres semanas, en descuidar la principal tarea que tenemos en este momento, que es conseguir un buen resultado en las municipales, así como en la mayoría de comunidades autónomas y en las europeas".
¿Pero qué pasará si el PP se vuelve a defenestrar en las urnas de mayo? Pablo Casado no ve va marchar por motu propio. Ha acometido una profunda renovación de los órganos del partido, por lo que es muy complicado que se fragüe una rebelión interna por ahora. Ahora bien, si recibe otro mazazo semejante al de este domingo y el PP pierde gran parte de su poder territorial, le va resultar muy complicado ignorar a los que ya reclaman una refundación del centro-derecha.
Una hipotética refundación en la que Alberto Nuñez Feijóo partiría como favorito, de nuevo. Con todo, la proximidad de su renuncia a competir por el liderado de la era post-Rajoy juega en su contra. ¿Con que argumentos puede decir que Galicia ya no es su máxima prioridad menos de un año después? Los trenes en la vida pasan una vez, y el suyo pasó no hace tanto, le dirán sus detractores.
Su posición política es, por encima, más debil. Cierto es que el PP gallego capeó relativamente mejor el ciclón del #28A. Los gallegos solo perdieron un tercio de sus diputados, pasando de 9 a 12; frente a más de la mitad que se dejaron sus homólogos españoles. Sin embargo, el PPdeG también salió muy malparado.
Perder ante el PSdeG en votos y diputados es algo que la derecha gallega no tenía que digerir desde la refundación de Alianza Popular. Sólo logro ser el más votado en las provincias más envejecidas; en Lugo por los pelos y en Ourense gracias a la resistencia del enemigo interno del feijoismo, Manuel Baltar y su red.
Ante este panorama, es normal que Feijóo se lo piense dos veces. Si decide continuar en Galicia, visto es sempiterno cainismo de la izquierda gallega, tiene opciones de repetir en la Xunta, aunque sea con el apoyo de Ciudadanos. Si se va a Madrid, le tocaría intentar desencallar un PP varado por el giro a la derecha de Pablo Casado al mismo tiempo que intenta repeler los torpedos de Albert Rivera y Santiago Abascal, que huelen sangre y buscarán mandar al fondo del mar para siempre a los conservadores.
Otros cálculos podría hacer Feijóo si los naranjas estuvieran dispuestos a escuchar a los próceres conservadores y sus llamamientos a refundar el centro-derecha en una nueva unidad; pero para eso, antes, debe caer Casado y por ahora Feijóo no parece dispuesto a rematarlo. Eso si, su primer mensaje es, precisamente, "unir el voto del centro y la derecha".