Hay quien no teniendo mucho que decir, busca la provocación y el enfrentamiento para seguir alimentando a sus seguidores que esperan de él algo de lo que carece. Es la manera de disimular la incompetencia. "El que quiere interesar a los demás tiene que provocarlos", decía Salvador Dalí, un catalán universal que empleaba, sin necesidad, la provocación divertida, porque era un genio que vivió como quiso y no necesitaba justificar nada.
Quim Torra, que le ha cogido el gusto al cargo de presidente de la Generalitat, será reconocido en un futuro, en el presente también, por su gestión plana, por ser el presidente de una parte de la ciudadanía, por provocar y por abstener de contar la verdad, o lo que es lo mismo, mentir.
En Catalunya, se lleva ya tiempo con la batalla de los lazos amarillos y otros elementos decorativos en los edificios públicos cuyo significado es sobradamente conocido, sin que haya sido posible, hasta ahora, quitarlos, por aquello de la neutralidad que deben tener las instituciones. Ahora, la Junta Electoral dice, tras las denuncias de Ciudadanos y PP, que sí o sí hay que proceder a retirarlos. Decisión que no ha gustado a los dirigentes y gobernantes independentistas, que invocan a la tan manoseada libertad de expresión y todas esas matracas de las que se sirven para no respetar las leyes.
Torra, que sigue esa estelada de provocación constante con el Estado y la judicatura, manifiesta un día sí y otro también que no está dispuesto a cumplir lo que dice la JE.
Como el plazo dado llegaba al límite, acudió al Síndic de Greuges, Rafael Ribó, a quien le encanta estar en todas las salsas, con el fin de que manifestara su opinión sobre el tema.
Este miércoles se hacía oficial la recomendación de Ribó en la que instaba al presidente de la Generalitat a cumplir el mandado de la Junta Electoral en la que pedía la retirada de lazos y otros símbolos en campaña electoral. Se da la circunstancia de que Torra conocía ya hace unos cuantos días la decisión que ayer, el mismo Ribó, en rueda de prensa, hacía pública, de lo que se deduce que Ribó se ha prestado al engaño de Torra, quien en la tarde de este miércoles manifestaba que seguiría las recomendaciones del Sindic, pero que no daría ninguna orden para que se retiren los elementos amarillos.
Mientras, los ideólogos están preparando la forma de sustituirlos por otros elementos simbólicos referidos al mismo tema.
Los primeros en hacerlo han sido los de la Conselleria de Agricultura, donde han colocado en los cristales textos alusivos a los políticos presos y unos animalitos que sufren ictericia por el color de sus cuerpos. ¿Qué sucederá ahora con estos nuevos símbolos? Pues, como la política es puro teatro, en muchas ocasiones lo que explican los políticos no tiene nada que ver con la realidad.
La estrategia del Govern de Torra de llevar al límite sus provocaciones con el Estado "colonizador" solo sirve para calentar más el ambiente en una sociedad catalana ya tensionada que lo que necesita son gobernantes que den soluciones con diálogo y sentido común y que no que echen más leña al fuego, que el horno no está para muchos bollos.
Dice un refrán popular que "Quien mucho amenaza, el miedo tiene en casa". Pues eso.