A lo largo de la historia las conquistas de las mujeres fueron muchas. Cuando el debate, la movilización y las luchas feministas son fuertes, resulta difícil para los beneficiados del sistema patriarcal votar en contra de las leyes impulsadas para hacer avanzar los derechos de las mujeres. La inmensa mayoría acaba moviéndose en el ámbito del políticamente correcto, votando a favor de esas leyes, conscientes de que la siguiente batalla que tendremos que dar las mujeres será por la aplicación de las leyes, pues el sistema tiene los resortes suficientes (educación, sistema judicial, administración) para que la aplicación no amenace su raíz.
En este contexto, nos encontramos con la brecha salarial, la brecha en las pensiones, a casi nula aplicación de la titularidad compartida en las explotaciones agrarias, las sentencias machistas …
Cuando el debate y la lucha feminista consiguen penetrar en la sociedad, el machismo da un paso atrás, pero permanece escondido para atacar en los momentos en los que las mujeres bajamos la guardia y descuidamos, o pasamos a segundo plano, el feminismo. Por eso creo que es fundamental y debe ser una prioridad para nosotros, las mujeres, la lucha feminista. No podemos consentir que se hable de democracia mientras no se respeten plenamente los derechos de las mujeres.
Ahora mismo estamos en un momento en el que el capitalismo precisa de gobiernos autoritarios, de extrema derecha, para llevar adelante las reformas más salvajes y agresivas contra la clase trabajadora y para apropiarse de los recursos naturales del planeta. Gobiernos insensibles ante el drama social que generan las políticas neoliberales, irresponsables ante la crisis climática.
En este momento en el que las políticas de concentración de riqueza están destruyendo masivamente empleos y convirtiendo a la clase trabajadora en pobres, las mujeres somos el primer objetivo.
Por eso no solo se consiente la precarización y la brecha salarial, sino que también se está promoviendo nuestra vuelta al hogar mediante políticas de privatización y recortes en los servicios públicos. Merma así la independencia económica y alejándonos de los derechos que tanto nos costó conseguir. En este punto, capitalismo, el patriarcado y la extrema derecha van de la mano. Sus intereses con respeto al papel de las mujeres confluyen plenamente. No es casual que el primero que se ponga arriba de la mesa de negociación para la investidura del Presidente de Andalucía sea la derogación de la Ley contra la violencia machista, como tampoco es casual que el Partido Popular esté saliendo de lo políticamente correcto y acepte negociar con la extrema derecha.
Las mujeres somos conscientes de que la movilización, el debate y el fortalecimiento del Movimiento feminista son funtamentales. La respuesta a la huelga feminista en 8 de marzo, la respuesta continuada ante los ataques que estamos recibiendo y la incorporación cada vez mayor de las jóvenes a las movilizaciones y al movimiento feminista ponen de manifiesto que las mujeres estamos hartas de tanta injusticia y de tanta violencia y que no estamos dispuestas a retroceder.
Es fundamental pararle los pies a la extrema derecha y a la derecha dispuesta a negociar con nuestra vida y con nuestro futuro. Por eso considero que tenemos que dar la batalla, también para que las mujeres tomemos conciencia de los programas que defienden estos partidos políticos y de cómo pretenden sacarnos los derechos, se llegan a tener responsabilidades de gobierno. Lídia Senra.
Labradora. Diputada gallega en el Parlamento Europeo