No por intentar convertir las debilidades en fortalezas y tratar, reiteradamente, de desacreditar y desprestigiar a los que denuncian los puntos débiles de la sanidad gallega, las autoridades
sanitarias van a conseguir engañar a la ciudadanía. Los gallegos y las gallegas saben perfectamente que su Sistema Sanitario Público está en la peor situación de los últimos años. Y lo saben porque lo sufren y lo padecen a diario, a pesar de que reconocen el gran esfuerzo que realizan todos los profesionales, gracias a lo cual nuestro sistema sanitario todavía goza de un prestigio del que presumen ahora los políticos en el gobierno.
Y estos políticos y gestores sanitarios, que descalifican e intentan acallar al mensajero, son los mismos que intentan convencernos de que la única causa de este deterioro es la falta de Médicos para contratar y que, de eso, ellos no son responsables.
Su afirmación es completamente falsa, como se demuestra el hecho de que cada vez que se convocan oposiciones se presentan muchos más candidatos que plazas convocadas y nunca hay interinidades convocadas que queden vacantes. Y si en este momento pueden faltar médicos es porque los médicos gallegos han tenido que emigrar a otros lugares en busca de unas condiciones laborales dignas que aquí se les deniega. Los responsables de la Consellería y del gobierno gallego tendrían que preguntarse por qué en el País Vasco, por ejemplo, no tienen esas dificultades para conseguir los facultativos que necesitan. Hasta el momento, tampoco se les ha oído hacer autocrítica por la política suicida de jubilaciones forzosas a los 65 años llevada a cabo en los últimos años sin garantizar el relevo generacional.
Además, el deterioro no solo afecta a la Atención Primaria, a los PACs o al Servicio de Urgencias del Clínico de Santiago. Afecta a toda la atención sanitaria de Galicia: Primaria y Especializada. Y si no se han producido conflictos de este tipo en los Servicios de los Hospitales es, sencillamente, porque una buena parte de los Jefes de Servicio hospitalarios han sido nombrados por sistemas totalmente arbitrarios (como han confirmado distintas sentencias) por los actuales gobernantes a los que deben fidelidad.
Lo que ha provocado que el Sergas esté sumido en esta grave crisis han sido las políticas totalmente equivocadas llevadas a cabo por los tres últimos responsables de la Consellería de Sanidade de la Xunta (Farjas, Mosquera y Almuiña). En estos últimos años han seguido una política con unos intereses totalmente contrarios a los de los pacientes, al no considerarlos como el centro del sistema sanitario y no haber sabido, o querido, diseñar una estructura y una organización al servicio de sus auténticas necesidades.
Y, aunque consideramos que la creación de una Comisión para elaborar un nuevo modelo de Atención Primaria es una farsa que pretende distraer la atención para hacernos creer que se hace mucho para, al final, no hacer nada, desde la Asociación Batas Blancas vamos a participar con nuestras propuestas, aportando nuestra visión sobre las medidas que deberían tomarse para mejorar la situación sanitaria de Galicia:
1.- Derogación del Decreto de creación de las estructuras de gestión integrada de las áreas de salud (EOXI) así como de las modificaciones que hicieron en la Lei de Saúde de 2008 y que entró en vigor a principios de año. No hay que olvidar que esas modificaciones amplían y dan cobertura normativa a la política sanitaria que viene llevando a cabo Feijoo desde 2009 y que han conducido a la supresión de la cuatro Áreas Sanitarias de los Hospitales Comarcales de O Salnés, O Barco, A Mariña y Monforte, cuyos hospitales tienen ahora total dependencia de los hospitales centrales y han reafirmando la completa dependencia hospitalaria de la Atención Primaria. Ya lo dijimos en su momento, la eliminación de los presupuestos y estructuras directivas de los distintos centros de gasto y su centralización en una macro estructura hospitalaria no suponía ninguna mejora, sino todo lo contrario, como la realidad ha terminando demostrando.
2.- Cambios en la normativa sobre provisión de puestos directivos y de jefaturas de servicio y sección de los centros del Sergas, que apuesten por la profesionalización de la gestión (en lugar de la politización actual) y garanticen que la elección de los responsables de los servicios se haga con criterios de igualdad, mérito y capacidad y no por la afinidad o sintonía con los gestores del centro y políticos gobernantes. Solo directivos y mandos intermedios independientes, con capacidades y conocimientos y respetados por todos, pueden liderar este cambio.
3.- Diseño de una nueva política de recursos humanos. Tal vez sea este el punto más débil que tiene nuestro sistema de salud. Los sanitarios son trabajadores altamente cualificados y son el principal valor del sistema de salud. Y mientras no se les valore en su justa medida (formas y tipos de contratación, modos de fidelización e incentivación, transparencia, imparcialidad, participación, respeto, consideración, etc.) no habrá una buena atención sanitaria y el Sergas nunca será una organización de excelencia.
4.- Dotación presupuestaria acorde a las necesidades reales de personal y de recursos materiales y técnicos en todos los niveles asistenciales.
5.- Concienciación plena de que la atención primaria es la puerta de entrada al sistema y el eje sobre el que debe pilotar la asistencia a todos los pacientes. Si falla este primer nivel, su fallo repercutirá en todo el sistema. Por eso, no puede ser la hermana pobre; tiene que ser la hermana mayor.
6.- Simplificar y adelgazar las estructuras directivas y de gestión. ¿Cómo es posible que, en Galicia, haya más de 250 médicos dedicados a tareas administrativas y de gestión y no a la atención directa de los enfermos?
7.- Reversión de privatizaciones y asistencias prestadas por medios ajenos, incluyendo los organismos de gestión pública existentes en la Consellería. Nunca había existido tal obsesión privatizadora en el sistema como en estos últimos años.
8.- Redimensionamiento de las plantillas y mejora de su eficiencia, con medidas tales como:
- Eliminar la burocracia en los actos asistenciales, simplificando y promoviendo la humanización en la atención directa.
- Rediseñar las jornadas: turnos, horarios, guardias, etc.
- Estudiar con seriedad las cargas de trabajo y redistribuir los recursos y efectivos. Acabar con las enormes bolsas de ineficiencia, evitando la ociosidad de unos y la sobrecarga de otros.
- Dejar de hacer miles de actos totalmente innecesarios y que no aportan ningún valor añadido al paciente.
Muchas de estas medidas no necesitan de grupos de trabajo para su implementación. Necesitan de dirigentes valientes, capaces, con conocimientos, respetados e innovadores, que sepan escuchar y que, desde luego, no se rodeen solo de personas afines, sumisas y poco críticas. Con eso, Galicia y su Sistema de Salud podrán volver a ser ejemplo para el resto de Comunidades y resultar atractiva para todos los profesionales de la salud.
Y, lo que es más importante, orgullo de una población que en ella tiene el pilar básico de su estado de bienestar.