El Pórtico da Gloria restaurado
Hace unas pocas semanas (el sábado 15 de septiembre) hicimos una visita familiar al Pórtico de la Gloria. Una espera de dos horas y media (de 1030 a 1305) compensó. Fue una maravilla ver el Pórtico iluminado por la policromía. Junto al Pórtico de la Catedral de Ourense (que mantiene su policromía), hará cambiar la idea corriente del canon estético medieval y, por extensión, de la historia del arte, que nos ha acostumbrado tantas veces a ver en blanco y negro lo que era explosión de luz y color. La cabeza se me iba una y otra vez a Serafín Moralejo; pensaba en lo que este gran especialista santiagués del arte románico europeo habría dado por contemplar esta visión del arte al que tanto él aportó. La visita, las horas de espera y la fuerza de las sensaciones finales, me metieron de lleno en los debates de los últimos días. Apunto aquí varias reflexiones, y una consecuencia basada en ellas para contribuir a ese debate necesario.
Mi primera impresión fue que ninguna información permite contextualizar la visita. Se documentaron varias capas de policromía, desde la original de Mateo a los sucesivos repintes. Nada dice qué capa se ha optado por presentar, por qué esa (o esas, pues en realidad lo que se ha recuperado es una mezcla de capas distintas) y qué carácter distintivo habría tenido cada una. Para ser sinceros, hay un monitor de TV que muestra un video continuo que comenta estas cosas, instalado en un aparte del exterior del Pórtico. Nadie lo mira, pues en general la geneaprovecha los minutos de la espera final para contemplar la rutilante perspectiva de la Praza do Obradoiro desde esa altura. Más práctico sería que esa información se hubiera situado para acompañar las largas horas de espera en la cola.
Cuando publiqué en redes sociales unas primeras reflexiones sobre este tema, iluminé los post con una insulsa imagen de la cola de espera, pues dentro no se dejan tomar fotos. Ni con cámaras ni con dispositivos móviles. Como siempre en estos casos, nadie explica el porqué de esta imposición, en qué se basa y justifica este derecho de prohibir, de quién son los derechos de imagen y por qué se sustraen al público. Al margen de la racionalidad legal o técnica subyacente a esta decisión, en la era de las redes sociales y los selfies, me parece que es una mala idea. Evita la generalización de un estado de opinión favorable a la labor realizada, y que sirva como publicidad de la misma. Quién haya tomado esta decisión no sé en qué piensa o a qué hace caso, pero está claro que no le interesa transformar la experiencia del Pórtico polícromo en un valor cultural apropiado comunitariamente. Desde mi visita, he hecho algunas búsquedas en Twitter y Facebook de la recepción pública de la apertura del Pórtico. Han pasado desde inicios de julio casi 80000 personas. El impacto en redes es mínimo. Más que comentarios del público (los que más sirven para crear una opinión pública), lo que encuentro son comunicados oficiales y noticias de prensa. También aquí es pertinente recordar que el monopolio en la producción y distribución de imágenes nos hace más pobres a todos, como muestra la Tebebasura todos los días.
Desde fines de septiembre el Pórtico se cerró a la visita libre, mientras dura la siguiente fase de reconstrucción de la Catedral, y es ya bien conocido que finalizada ésta se reabrirá cobrando las entradas. Nadie dice cuál será el modelo de visita cuando estas obras acaben en el 2021, coincidiendo (¡no lo olvidemos!) con el nuevo Año Santo Xacobeo.¿Se está pensando este modelo? ¿Con qué modalidad?Sólo se dice que habrá que pagar y ello ha generado una comprensible inquietud y aluvión de críticas, que llevó incluso a que la comisión de Cultura del Parlamento de Galicia aprobase por unanimidad una solicitudpara que la Iglesia permita la visita libre al Pórtico.
No tengo nada contra la capitalización del patrimonio dependiendo de cuál sea el destino del dinero generado. Si va en beneficio de la conservación y disfrute del patrimonio, bienvenida sea. Aquí no me ando con esencialismos utópicos, como todos aquellos que reclaman la gratuidad de la cultura sin que nadie acepte subir los impuestos para mantener ésta como debe ser.
Pero el encapsulamiento del Pórtico de la Gloria para su visita previo pago, es una idea que merece discusión. Implica romper la integridad de la Catedral; ésta quedará apartada de su portada principal, de su acceso a través de la escalinata y su conexión natural con el Obradoiro. ¿De verdad se quiere romper el sentido de la visita a uno de los más sublimes espacios mundiales de peregrinación encapsulando su portada principal y segregándola del conjunto? La Catedral es un espacio de peregrinación, y esto significa apertura, diálogo, experiencia del viaje e interacción con las poblaciones atravesadas y de destino. No creo que ningún peregrino entienda que se le arrebate una parte importante de la visita a la que es su meta final. No me toca a mí hablar del sentido religioso de la peregrinación, pero aquellos a los que tanto importa ésta, deben levantar su voz para decir que el cierre del Pórtico pervierte ese sentido.
Como no se ha dicho nada, tampoco se dice cómo se va a gestionar el régimen de visitas. Se ha dado un precio de referencia, casi como si fuera un globo-sonda. Pero faltan otros muchos aspectos. Supongo que la fila de turnos se hará en el Obradoiro, subiendo por la escalinata principal. Pero esto, y la infraestructura consiguiente, produce una alteración significativa del equilibro y ecotono de la propia plaza, como ya se notó durante los meses de verano, cuando el Pórtico estuvo abierto a la visita pública. Otros detalles importantes permanecen ignotos.
Es posible que se haya concluido que el encapsulamiento del Pórtico es un imperativo de las necesidades de conservación que requieren limitar el número de visitas y coordinar su aflujo. Puede ser, pero habría que ver los datos. Porque por mi parte pienso que el número de visitantes al Pórtico es indiferente y que lo que hay que contar son visitantes totales a la Catedral; el Pórtico es parte del ecosistema “catedral”, no forma un ecosistema aislado. No se puede argüir que al Pórtico sólo puede acceder un número limitado de personas al día, mientras la Catedral la visitan muchas más. Salvo que se esté pensando en aislar el Pórtico en una burbuja de cristal como forma de garantizar su futuro de medio plazo. ¿Es esto lo que se está pensando? Pues que se diga, y de paso se aclare cómo se evitará la fragmentación entre el Pórtico, la Catedral y la experiencia dela que forma parte, y cómo se impedirá la fractura entre todo ello y su entorno circundante y exterior, lo que implica también el Oeste, la puesta de sol, como confín del mundo euroasiático que Santiago cierra.
Nada de esto es una buena idea porque tengo la sensación de que un régimen de visitas abierto y libre (estableciendo sólo un límite máximo al aflujo total que pueda soportar la Catedral simultáneamente) se podría autorregular de forma más sencilla y cómoda para todo el mundo. Durante los meses de verano entraron al Pórtico 25 personas cada 15 minutos. Pero hay gente a la que le sobran 15 minutos para hacerse el selfie y pasar a la siguiente imagen. Cuando nuestra familia estuvo allí, hicieron falta 250 minutos para digerir, según mi cuenta al llegar, a las 230 personas que hacían cola delante de nosotros. De verdad, ¿es esto serio? 230 personas no son nada; su tránsito libre por un Pórtico da Gloria abierto seguramente se pueda autorregular de una forma mucho más cómoda para todas las partes.
Mi observación final, que apuro como consecuencia de estas reflexiones, es que el debate sobre la entrada al Pórtico de la Gloria no se puede reducir al precio ni a su gratuidad. El acceso puede ser gratuito, y sin embargo insatisfactorio. No es el precio sólo; es el modelo de acceso lo que hay que debatir. Hay buenas razones que recomiendan analizarsin prejuicios si es posible una visita plenamente abierta, gratis, sin turnos, a través de las escalinatas del Obradoiro, sin romper la continuidad con el resto de la Catedral, que permita tomar fotos, y que aporte información básica al visitante.