Era tal la alegría de Echenique, secretario de organización de Podemos -a quienes muchos tildan de "cocinero del partido"- que no ha podido esperar hasta este lunes para dar a conocer los resultados de la votación sobre la continuidad de Pablo Iglesias e Irene Montero en todos sus puestos, tras la compra de un casoplón "ideológico" –por el módico precio de 600.000 euros más reformas- porque en su partido mandan, controlan y dirigen a su antojo por encima de las bases, que teóricamente, "deciden". La incontinencia de Echenique, es tal, que en más de una ocasión han anunciado una serie de decisiones importantes, sin previa consulta a los "inscritos", en maniobras que no tienen nada de transparentes. 


Con una participación en la consulta de "legitimación" del casoplón, de 188.176, el 38,57% del censo, la pareja ha conseguido el 68,42%, es decir, 128.300 votos; mientras que un 31,58% han dicho no, 59.224 votos. A Pablo Iglesias debería preocuparle los resultados, que no son buenos; por mucho que los disfrace hay un malestar en una buena parte de sus gentes, que ya no lo ocultan. Se irá viendo más pronto que tarde.


El número de inscritos -que no pagan cuota- que tiene en estos momentos Podemos es de 487.772 personas, con un aumento en los últimos días de 12.000.


El problema de Pablo Iglesias y su mano ejecutora es que desde Vistalegre II, donde se pusieron en duda los resultados que auparon a Pablo Iglesias a la nube de la vanidad, las cosas ya no cuelan. Y esto no es una invención de los periodistas que somos muy malos, sino que lo dijo en su día la empresa Openkratio que fue la responsable del congreso y denunció las dificultades para verificar los datos, puesto que no se detallaron de forma visible el localizador del voto. Pero aún hay más, Openkratio destapó comunicaciones orgánicas que tenían de todo menos la neutralidad. Por ello, no quisieron continua trabajando con ellos.


Siempre es imprescindible, en honor a la democracia y la transparencia, que el control de la consulta no esté en manos de una sola parte, es decir, de los que mandan y tienen el control, porque ello conlleva muchas cosas erróneas, pero hay una más peligrosa: la de hacer varios recuentos, incluyendo sobre todo los recuentos parciales.


Hay que separar los roles. Una entidad externa debe encargarse de la limpieza del proceso. El partido tiene las bases de datos y se ocupa de la votación, y la empresa externa, del recuento. 


De esta manera, el partido no relaciona el voto con la persona. No es democrático y huele a "chanchullo" lo que están haciendo los dirigentes de Podemos, el partido que critica a la casta y que hace lo mismo.


Podemos cuenta con un software de la empresa Ágora Voting, en su sede central -la cocina de Echenique y sus ayudantes- , pero es el personal del partido quién controla el proceso, validan votos y hacen el recuento.


Un proceso que, como denuncian muchos "inscritos",  suena a pucherazo y ya sabían los resultados antes de producirse la votación.


Que con casi 500.000 “afiliados” sólo participen 188.176, debería hacer reflexionar a los controladores de la formación de Pablo Iglesias, porque hay gente que no ha ido a votar como protesta por la poca ejemplaridad de su líder, cuando hay tanta gente que las están pasando canutas. Muchos de los votantes de Podemos son los que más están acusando la crisis: parados de larga duración, desahuciados, jubilados con bajas pensiones.


La compra del casoplón no es un tema de ilegalidad, es de ética y coherencia política. Los resultados de la consulta les habrán gustado mucho a los interesados, pero la credibilidad y la confianza se les han ido al traste. Lo ético hubiera sido que se marcharan, así de simple y honesto. Seguir en política es lo que hacen los políticos de los partidos que ellos tanto han criticado.



Artículo original publicado en catalunyapress.es.
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