Las Bodegas Marqués de Vizhoja son uno de los referentes del sector vitivinícola gallego. Son un ejemplo también de la apuesta de los productores de Albariño por nuevas estrategias de marketing para abrir nuevos nichos de mercado y conquistar al turista y al público extranjero. Hablamos con uno de los propietarios.

 

Su campo base es Finca La Moreira, en Arbo, 38 hectáreas de viñedos propios de donde sale Torre La Moreira, su albariño “más puro”. Un apreciado vino que, además, fue uno de los primeros en poder comprarse con etiqueta impresa en braille. “El etiquetado en braille ha sido para nosotros un modo de expresar nuestra responsabilidad con la sociedad, el ofrecer información de producto adaptada a personas con discapacidad ha sido un valor añadido”, nos explica Jorge Peláez, uno de los dos hermanos al frente del negocio familiar.




Otro de las vías de negocio en marcha es el enoturismo. La Finca cuenta con el impresionante Pazo-Torre La Moreira, que vigila la frontera con Portugal. Hay constancia de que dedicaba a la elaboración de vino blanco desde hace por lo menos 200 años.


Cada día son más las bodegas gallegas que ofrecen paquetes que mezclan vino con turismo. Sin embargo, Vizhoja dispone de la ventaja de esa herencia histórica y de un entorno “entorno fantástico” con “valores añadidos” como el contacto con la naturaleza y la gastronomía de la zona. Así, la empresa ofrece paquetes integrados que incluyen, por ejemplo, visita a la bodega, degustación gastronómica en un restaurante local y acudir a atractivos turísticos como el cercano Balneario de Mondariz.


Las últimas campañas de marketing buscan conquistar el público joven, por ejemplo a través de la imagen de los luthiers de objetos Toom Pak. ¿Por qué esta apuesta innovadora en un sector, el del vino, que muchos asocian con la tradición y un público mayor?



“Queriamos darle un giro a la comunicación de una bodega. Somos una marca activa, inquieta y buscamos siempre nuevos retos y es por ello, que deseamos transmitir dichos valores en cada una de las piezas de comunicación. El vino es más que el contenido de una botella, es historia, familia, es música... cuando se está embotellando en bodega lo que escuchas es una melodía: sonido de las botellas, máquinas, cajas... y de ahí salió la campaña”, relata el copropietario.

La bodega asegura que continuará con este tipo de estrategia de comunicación que pone el foco en el vino pero también en las actividades asociadas a su consumo (el turismo, la comida, la música, etc.), presentada bajo la etiqueta #VizhojaExperience. Una estrategia que persigue que “el cliente pueda estar en contacto directamente con la marca en un enmarque inmejorable, buscamos que se sientan parte de la Familia Vizhoja”.


En su opinión, el mercado del vino ha de renovar su forma de presentarse porque “los nuevos consumidores demandan otro tipo de experiencias, productos, contenidos... y somos conscientes de ello, así que debemos adaptarnos a los cambios de hábitos y consumo que se está dando actualmente en el mercado”. Una apuesta por ”ser únicos y diferenciadores” que no tiene porque interpretarse sólo como un guiño a las nuevas generaciones porque “te puedes sentir joven con 50 años”.


Otra de las vías de crecimiento del vino gallego en estos años son las exportaciones fuera de Europa. Peláez señala que “Estados Unidos junto con Puerto Rico, durante muchos años, han sido en cuanto a exportaciones nuestros mejores mercados exteriores y a día de hoy lo siguen siendo”.


En este sentido, es evidente que a las bodegas gallegas no les favorece los vientos de proteccionismo y guerra comercial que penden en los últimos meses entre la UE y los Estados Unidos de Donald Trump. Para el bodeguero hay que avanzar en el sentido contrario porque “un acuerdo de libre comercio con la consiguiente supresión de aranceles sería una magnífica noticia ya que nos permitiría llegar a la mesa de los potenciales consumidores a un menor precio”.


Ahora bien, matiza que “los beneficios que proporcionan estos acuerdos de libre comercio, en muchas ocasiones, se ven mermados por otro tipo de barreras de entradas establecidas tanto por los distintos estados como por los gobiernos locales del país que en muchos casos, dificultan el correcto posicionamiento de los vinos extranjeros para poder así darle una mayor visibilidad a los vinos locales o también aplicando regímenes fiscales favorables para así poder acceder a mejores canales de venta.” 

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