Suiza, uno de los paraísos fiscales, líder incuestionable en la gestión de fortunas privadas de extranjeros, copa el 25% de la cuota mundial de este negocio, según datos de la Asociación Suiza de Banqueros.
El mercado financiero contribuye el 9,3% del PIB suizo y el sector genera cerca de 167.000 puestos de trabajo. Gestiona fortunas por un valor de 6,1 billones de euros, la mitad de ellos proceden del extranjero.
La gente con dinero tiene sus cuentas en este país, sencillamente, porque los bancos no revelan ni al titular, ni el contenido, ni los movimientos del capital. Además, por ese dinero, los titulares no tributan a las haciendas de sus países. Un negocio redondo.
Lo malo del asunto es que en este 2018 las Haciendas de otros países ya no tendrán que cursar solicitudes específicas sobre cuentas de sus ciudadanos en Suiza, sino que la información será entregada anualmente de forma automática, con una excepción: la Confederación Helvética sigue -al menos de momento- negándose a cooperar en base a datos robados.
Muchos ricos viven en Suiza donde amén de tener a buen recaudo sus fortunas, suelen pasar desapercibidos en sus pequeñas chabolas.
Otros en cambio se esconden allí por otros motivos . “Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte” decía Miguel de Unamuno.
Este domingo saltaba la noticia: Anna Gabriel, la cupaira se ha ido a Ginebra, para "preparar" su comparecencia ante el magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, donde ha sido citada este miércoles para ser interrogada sobre su participación en el contubernio del procés. Y se ha ido precisamente a este país de pobres, después de haber pasado, eso dicen, por Venezuela. ¿Envidia de Urdangarin? ¿Quién corre con los gastos de su estancia? ¿Tendrá una cuenta allí? ¿O habrá ido a desestabilizar el sistema bancario y político?
La huida de Gabriel no es propia de los antisistemas que suelen dar la cara -y algún que otro manporrazo– y afrontar las consecuencias de sus actos y se echan al mundo por montera. Su viaje al paraíso fiscal y su entrevista con un abogado que ha defendido a colaboradores de ETA -conocidas son las relaciones de la ex diputada cupaira con los etarras- es muy ilustrativo. ¿Quién pagará los honorarios a este letrado, que no suelen ser pequeños?
Igual las informaciones son erróneas y lo que ha hecho Gabriel es ir a investigar el nombre de los patriotas españoles y catalanes que tienen sus fortunas en esas entidades "transparentes". O quizás quiera averiguar de quienes son los 4.000 millones de dólares de cuentas abandonadas que mantienen los bancos suizos y cuyos titulares podrían ser algunos oficiales nazis ya fallecidos que se quedaron con el dinero de los judíos que llevaron a las cámaras de gas.
Lo que no está claro es que este miércoles Gabriel viaje a Madrid a visitar a su señoría. Si finalmente decide volver, que no se olvide de traerles a sus colegas algunas tabletas del estupendo chocolate suizo, al menos habrá aprovechado el viaje.
“Nadie puede huir de lo que le ha de venir”, decía alguien.