La historia olvidada de la ourensana Rafaela Rodríguez Placer, la primera educadora inclusiva moderna
Inventora, docente, feminista, escritora...la figura de Rafaela Rodríguez Placer (16 de febrero 1868, San Eusebio da Peroxa, Coles) no tiene la consideración en los libros de historia que merecería por sus méritos.
Inventora, docente, feminista, escritora...la figura de Rafaela Rodríguez Placer (16 de febrero 1868, San Eusebio da Peroxa, Coles) no tiene la consideración en los libros de historia que merecería por sus méritos.
Su labor con las personas ciegas, proporcinándoles una educación y poniendo en práctica métodos novedosos para la época, fue el primer paso para la integración de los invidentes dentro de la sociedad, algo que más tarde cristalizaría con la fundación de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).
El de Rafaela Rodríguez Placer es uno de esos nombres ilustres silenciados por la historia. Quién sabe si por ser mujer, o gallega, o por las dos cosas, pero su figura no es de las más reivindicadas en los libros de historia, cuando tendría todo el derecho del mundo a ser estudiada y homenajeada.
La historia de Rafaela ha sido recogida por la investigadora Rosa Cid Galante, al frente del blog ‘Historia das nosas mulleres ourensás’, donde hace un ejercicio de reconocimiento y memoria de todas esas ourensanas ilustres que, por un motivo u otro, no cuentan con la admiración merecida y que, seguramente de haber sido hombres, hoy gozarían de mucha más fama y gloria.
Rafaela nació a mediados del S.XIX en San Eusebio da Peroxa, en Coles, y destacó desde muy pequeña, logrando ser la primera mujer matriculada en el Instituto Provincial de Ourense en el curso 1880-1881, con solo 12 años de edad. Su expediente intachable fue merecedor de premios en retórica y escritura, así como en Historia Universal. Llegó a estudiar la carrera de Farmacia, pero con sus títulos de Bachillerato, Institutriz y Maestra de Enseñanza Superior fue donde realmente destacó con su labor en el Colegio Nacional de Ciegos.
Siguiendo los ‘Métodos y procedimientos para la enseñanza de los ciegos’, Rafaela formó a decenas de personas ciegas con compasión y dedicación infinitas, en lo que podemos considerar como el germen de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), fundada en diciembre de 1938. Su labor con las personas invidentes, buscando siempre el compromiso de la sociedad, la hizo merecedora de la Orden Civil de Beneficencia en 1942 y la Medalla de Oro al Trabajo, catorce años antes de su muerte, el 21 de febrero de 1956, en Madrid.
DOCENTE, INVENTORA, FEMINISTA…
Su defensa de los ciegos como personas independientes y capaces llegó hasta revistas, diarios y congresos internacionales, donde se recogieron los métodos novedosos que utilizó para instruir y adaptar la enseñanza a esta discapacidad. Según recoge Cid Galante, “creó métodos adaptados a las personas ciegas, mejoró procedimientos, compuso matices para la confección de mapas en relieve, ideó un aparato para el dibujo geométrico, un metro con anotaciones en puntos…”. Fue considerada por muchos como “madre de los ciegos”.
Pero Rafaela no tenía predilección únicamente por el avance de las personas ciegas, sino que defendió siempre la enseñanza a las mujeres, por entonces apartadas en muchos ámbitos. Su esperanza era que la ilustración “dignificase” a las mujeres, lo que la llevó a un agrio enfrentamiento con Modesto Fernández en las páginas de La Voz de Galicia, donde Fernández consideraba que el lugar de la mujer era en el hogar con las tareas domésticas.
Fue la labor de Rafaela y de muchas personas que, como ella, ayudó a abrir la senda para que las personas con minusvalías físicas tuviesen igualdad de oportunidades y una educación adaptada y especializada, con métodos acordes a las necesidades de cada estudiante y otorgándoles independencia en su vida diaria. Personas como Rafaela Rodríguez Placer que, sin aparecer en todos los libros de historia, cambió para siempre la historia de muchas personas.
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