Puigdemont: con los sentimientos no se juega

Carmen P. Flores

Junqueras puigdemont 1

Junqueras y Puigdemont en el Parlament.


Quedan pocas horas para conocer la respuesta que el presidente Puigdemont dará al presidente Rajoy. Tal cómo se están produciendo los acontecimientos, si alguien no lo remedia, la respuesta será Sí.


Con estas dos letras, la que se avecina en Catalunya es imaginable. La irresponsabilidad de Puigdemont, Junqueras, los J&J y alguno más camuflado, -ya se conocían las intenciones iníciales de la CUP- van a llevar a este país a un enfrentamiento callejero muy duro, al retroceso en la autonomía y a una brecha social que no se va a cerrar en unas cuantas generaciones. Es la operación cangrejo de quienes se saltan las leyes y las instituciones y que aún quieren tener razón.


Extender la mano, hablar de dialogo, cuando se quiere seguir montado en el burro es impropio de gobernantes que dirigen la vida de las personas y de un país que están dispuestos a sacrificar en nombre de la libertad y los derechos ¿de quiénes?


Todo este tiempo se ha estado jugando con los sentimientos de las personas, eso es un error y una actitud miserable por parte de quienes lo están haciendo.


Los sentimientos, aunque algunos no lo crean, se pueden controlar un cierto tiempo, pero no siempre y menos cuando no se cumple lo propuesto. Ahora, llegados a este punto, los autores materiales de este proceso tienen un grave problema, muy difícil de controlar. Los miles de ciudadanos que han salido a las calles, confiando en el mensaje de que la independencia estaba más cerca que nunca, no se van a conformar -una pequeña parte, sí- y su respuesta ante la promesa incumplida va a estar en esas calles, pero ya no pacíficamente. Eso sí, las calles controladas por los antisistema que llevan tiempo preparando las “guerrillas” urbanas y que van a sembrar la inseguridad allá por donde pasen. ¿Esto no lo habían previsto? ¿Pensaban que esto iba a ser un tranquilo paseo de domingo, con vermut incluido?


Las calles se van a convertir en un escenario bélico. No hay que olvidarse que los otros extremos, los radicales de la ultra derecha llevan ya un tiempo en Barcelona preparándose para actuar y tampoco son hermanitas de la caridad. ¿Pero a quién le importa las consecuencias? A los que hasta ahora están gobernando, ya estamos comprobando que no, pero los de antes, los Pujol, Mas y compañía, cuanto peor mejor, esa es su filosofía. Mientras se habla de estos temas, la gente se olvida de los corruptos.


Unos cuantos “illuminates” están jugando muy, pero que muy sucio. Son los ideólogos de un proceso que ya nació muerto. Ellos lo saben, pero algunos quieren pasar a la historia como mártires. ¿De verdad se lo creen?


Solo cabe esperar, aunque tengo serias dudas, que las cosas terminen bien.


Decía Charles Dickens que “hay cuerdas en el corazón humano que sería mejor no hacer vibrar”. 



Artículo publicado previamente en Catalunyapress

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